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Los rayos de luz se posaron en la cara de ese rubio de ojos azules, haciéndole despertar y quejarse por la repentina luz.

Horacio, que dormía para el otro lado, estaba durmiendo tranquilamente mientras babeaba.

El rubio, se levanto y bajó las escaleras para preparar unos huevos revueltos, acompañados de un zumo de naranja.

Una vez terminó, subió para ver a su hermano, que seguía plácidamente dormido.

No se le ocurrió mejor idea que llevar una olla con una cuchara y empezar a golpearla para que su amigo despertara.

-¡Despierta, cara nabo!- Gritaba, haciendo que el de cresta roja se levantara de un susto y lo quedará viendo con el ceño fruncido.

-¡Tu puta madre, Gustabo!- Gritó el moreno haciendo carcajear al otro, hasta que una almohada impactó en la cara del rubio.

-¡Eh, hijo puta'!- El ojiazul cogió la almohada y se la tiró en la cara a su hermano.

Y así empezaron una guerra de almohadas, hasta que el tono de llamada de Gustabo comenzó a sonar

Y ahí pudo ver el nombre de "Tío Tom".

-Hostia, Horacio, que es el viejo.- Dijo para contestar.

-Hol--

-¿¡Se puede saber dónde coño estáis vosotros dos, anormales!?-

Horacio al escuchar el grito del super se puso la mano en la boca y comenzó a reír en silencio.

Gustabo miro la hora, eran las doce de la tarde y su turno comenzaba a las seis de la mañana.

-¿Nosotros?- Dijo Gustabo vacilando a su superior.

-¡No, capullo, tu puta madre que me tiré anoche!-

-Ah, pues no sé dónde está.- Dijo poniendo el cuello de su camiseta tapándose la boca para reírse.

Se escuchó un suspiro a través de la llamada y después un pitido.

El super había colgado la llamada.

-Hostia la que nos va a caer, horasios.-

Los dos, se vistieron rápidamente y se cepillaron los dientes, para salir de su casa y coger un coche "prestado".

Una vez llegaron a comisaría, dejaron el coche aparcado en frente de esta.

Al entrar a comisaría, fueron directo a los vestuarios para entrar en servicio.

Al salir de estos, prendieron la radio y escucharon la voz del superintendente.

-Gustabo y Horacio, a mi puto despacho, ahora.- Dijo el azabache a través de la radio.

Los dos chicos subieron las escaleras para llegar al despacho del viejo y tocar la puerta.

-¡Ya sé que sois vosotros, pasad, anormales!-

Los dos entraron y vieron al super sentado con un cigarrillo en la boca y con un mechero para prenderlo.

-Hola, super.-

-Sentaos.-

El rubio y el de cresta se sentaron en las sillas y miraron al super en un silencio un tanto incómodo.

-¿Qué pasa super, por qué no llamó?- Dijo Gustabo.

-¿Cómo qué qué pasa? Gustabín, son las doce y media de la tarde, su turno comienza a las seis de la mañana.- Explicó el superintendente.

-Hostiaaa, perdón, se nos ha pasado la hora.-

-Es verdad eso, supervergaardiente.- habló el de cresta roja.

"𝘊𝘢𝘱𝘶𝘭𝘭𝘰" (intenabo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora