Parte 1

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Hongjoong estaba cansado. No. Más que eso. Había estado en el estudio, casi por 48 horas corridas, apenas comió, apenas durmió. Y antes que eso, había tenido una agenda super apretada con ensayos, entrevistas, más ensayos, grabaciones y más ensayos, para sus nuevas canciones.

Amaba demasiado su trabajo, que era más que eso; era su vida, su pasión; y tal vez ese era el problema del porque se encontraba en esta situación.

Se sentía un muerto vivo. Caminaba por puro movimiento mecánico, como cuando practicaba tanto una corografía que al final se volvía parte de él. Así que en un pensamiento de auto-conciencia, decidió regresar a casa y tratar de dormir, aunque sea dos horas, y bueno, ¿por qué negarlo?, también para poder ver a los chicos y empaparse de su presencia, porque, si, los extrañaba.

Y eso era extraño, porque los vía todo el tiempo, a cada hora, todos los días, al extremo de que a veces tenía ganas de ahorcarlos, pero después recordaba que los amaba profundamente, y se le pasaba.

Eran casi los dos de la mañana de un sábado, gracias al cielo tenían el fin de semana libre, y lo iba a aprovechar al máximo: durmiendo. Así que cuando cruzo la puerta de entrada, no espero encontrar de espaldas a él dos de los integrantes en la cocina, pegados el uno al costado del otro como si fuesen siameses.

Se congelo. Parado en el lugar sin moverse ni un centímetro.

Estaba cansado. No, más que eso. El cansancio se había colado de su piel a sus huesos, carcomiéndolos, haciéndolos polvos. Y con eso también su capacidad de hacer cualquier otra cosa, como mantener su mente clara, coherente y lógica.

Obviamente que iba a reconocer a cualquiera de los 7 de espalda, ahora mismo eran; San y Wooyoung.

Wooyoung.

Amaba a todos y cada uno de sus miembros de banda. Eran su familia, y daría su vida por ellos sin dudarlo.

Pero...

Pero Wooyoung, con Wooyoung era diferente. El sentimiento era diferente. No un amor de hermanos, era mucho más que eso; era lo opuesto a eso.

Si, era cierto que al principio no le caía del todo bien. Wooyoung era, es, demasiado ruidoso, amoroso, y toquetón. Extremadamente extrovertido. Era tan opuesto a Hongjoong que no sabía cómo iba a sobrellevar la situación cuando supo que iban a ser compañeros de banda.

Pero Wooyoung era tan Wooyoung que, aunque HongJoong retrocediera veinte pasos, Wooyoung daba veinte y dos. Nunca dejando a Hongjoong esconderse. Nunca dejando que lo desanime con todas y cada una de sus negativas. Rompiendo cada una de las paredes que Hongjoong pusiera, para alcanzarlo y tocarlo; sea con una frase, una sonrisa o esa risa de zorro que poseía; o tocarlo físicamente.

Wooyoung se fue introduciendo en el corazón de Hongjoong lentamente, metiéndose en su piel y tatuándose en sus huesos.

Pero Hongjoong era consciente de que no podía, ni debía poner su corazón en sus manos y ofrecérselo a Wooyoung. La prueba estaba delante de él.

Estaba feliz de que San y Wooyoung estén juntos. Hongjoong no iba bajo ninguna circunstancia a ser el tercero en discordia. No iba a poner la espina de la incomodidad entre ellos tres, y por consiguiente en los demás integrantes. Era el líder, no tenía derecho a poner peso sobre los hombros de los demás, era su deber cuidarlos, protegerlos y hacer que se sientan más ligeros en todo lo que él pudiera ayudarlos.

Así que para que eso funcione, tuvo que levantar paredes de concreto solido para que ninguna luz de sus verdaderos sentimientos pasasen a la superficie.

Y lo logro, Hongjoong lo hizo tan bien, que a veces se sentía entumecido. A veces no lograba sentir nada. Sintiéndose completamente vacío, como si fuese solo un cascaron.

Te amo, simplemente por existirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora