Prologo

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Londres, 1881

La noche caia como un manto sobre la ciudad, acompañada de un gélido y frío viento, anunciando la aproximación de una tormenta eléctrica, una muy fuerte. Golpeando levemente los vidrios de las ventanas de aquella humilde casa.

Dentro del inmueble, en una de las habitaciones ya hacía postrada en cama una mujer mayor, sumamente débil y agotada por enfermedad, luchando por intentar no dar un último suspiro, y al lado suyo se encontraba una joven, su hija, aferrándose a las manos de su madre y sin posibilidad de hacer algo. Sus ojos azules peligraban en llenarse de lágrimas en cualquier momento.

— A... Amelia... — dice con dificultad aquella mujer.

— ¿Pasa algo, mamá? —

— A... A... Agua... —

— ¿Necesitas agua? — La joven rápidamente serviría un vaso de agua, acercándolo a la boca de su madre para que pueda beber de este.

Amelia, como la joven se hacía llamar, acariciaria los dorados cabellos de su madre cuidadosamente, mientras observaba como su vida parecía estar contada en segundos.

En un tiempo muy, pero muy atrás fue una brillante historiadora e investigadora al igual que su esposo, ambos dedicarían gran parte de su vida a investigar misterios de toda índole tanto dentro y fuera del país, viajando a diferentes confines del mundo conocido en busca de respuestas y pistas para resolver sus miles casos que llegaban a su despacho, labor la cual se le fue heredada a su única hija, Amelia Watson.

— Amelia... —

— ¿Si, mamá? —

— Quiero... Darte algo... — La mayor levanta con lentitud su mano para señalar con su dedo índice a un pequeño rincón de la habitación.
Amelia con intriga voltearia su mirada, observando como su dedo señalaba justo a una pequeña cajonera, dirigiéndose a ella.

Meticulosamente la joven inspeccionaria cada uno de los compartimientos del mueble.

— El libro... Está en el libro... — señala la mujer.

Ahí estaba, en uno de los compartimientos la joven encuentra un libro, con su portada de cuero rojizo sumamente deteriorada por el tiempo, al abrirlo revelaría su contenido que para su sorpresa no eran páginas, si no que en su lugar estaba otro compartimiento, está vez del tamaño del libro, el cual contenía un reloj de bolsillo, remachado en oro y con el cristal muy bien cuidado y las manecillas en funcionamiento, parecía casi nuevo.

Amelia regresaría con su madre, para mostrarle el reloj.

— Es solo un reloj... —

— Es más que un... Simple reloj... —

La mano de la mujer ahora se posaria sobre las de su hija, como si quisiera proteger el reloj.

— Amelia... Hija mía, quiero que porfavor... Resguardes muy bien este reloj... — dice la mujer a su hija.

— ¿Por qué? —

Amelia por su parte mostraría intriga ante el comentario de su madre, dejando que está prosiguiera.

— Es un objeto de gran valor... Una reliquia familiar, no permitas que nadie más que tú lo utilicé... —

La joven apreciaría al reloj entre sus manos, observándolo con sumo detenimiento.

— Parece un simple reloj común y corriente madre ¿Que puede pasar si alguien más lo llega a poseer? —

— Nadie lo sabe con exactitud... Pero solo te puede decir querida... Si alguien hace mal uso de el... Catástrofe imnimagiables pueden venir... Cuídalo con tu propia vida... Poco a poco irás descubriendo su gran poder —

Amelia no parecía entender del todo la situación, incluso llegó a pensar que su madre estaba delirando por el estado de su enfermedad, aún así trataba de prestar atención en cada uno de los detalles que se le decían.

— Tranquila mamá, yo Amelia Watson te prometo que lo guardaré con especial recelo y no permitire que nadie más llegué a poseerlo — entona Amelia con suma inspiración.

En el rostro de su madre se dibujaría una pequeña sonrisa al escuchar las palabras de su hija, dejando soltar una pequeña risita, levantando su mano para poder acariciar el rostro de ella, por última vez, antes de pedirle un último deseo.

— Hija... Querida... Necesito que me cumplas un último favor — dice la mujer con su voz cada vez más debilitada.

— Te escucho mamá —

— Ame, por favor... Quiero que lleves mis cenizas... A Gonkhar, esa es mi última voluntad —

— ¿Gonkhar? — se pregunta Ame.

Eso sería lo último que diría aquella enferma mujer, al cabo de unos segundos la mano con la que acariciaba el rostro de su hija resbalaria, cayendo suavemente sobre las sábanas de la cama, lentamente sus ojos se cerrarían, para nunca más abrir.

— ¿Mamá? ¿Mamá? ¡Mamá responde! —

Ame entraría en un estado de completa paranoia al ver que su madre ya no respondía, sacudiéndose violentamente su cuerpo esperando que regresará con ella, pero lastimosamente, su madre ya había pasado a la otra vida en cuestión de segundos, frente a los ojos de su hija.

Sus ojos se hundirían rápidamente en lágrimas, brotando sin cesar, la joven ahora aferrada al cuerpo de su progenitora derramaría sus lágrimas sobre esta, olvidando por completo el reloj, el cual ya hacía a un costado suyo.

Sin que ella lo supiese, la muerte de su madre sería tan solo el inicio de una serie de eventos de una larga travesía que le deparaba a futuro, un viaje a lo desconocido.

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Bueno pues después de un gran e indefinido tiempo finalmente vuelvo a escribir.

En esta ocasión un pequeño fanfic que surgió en una tarde de ocio.

Título inspirado en la canción "Los Dioses Ocultos" de Caifanes.

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⏰ Última actualización: Jul 13, 2023 ⏰

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La Diosa Oculta | Hololive FanfictionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora