Capítulo V.

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~Una Decisión~

Hospital Central de Suna.
Ciudad Sunagakure.
(La Arena/Desierto)
7:42Am

Sakura.

-Ha llegado la hora de entregar la guardia. Me despido de los pacientes en la sala de espera y, al llegar a recepción, firmo la lista de entrega antes de salir del edificio, no sin antes despedirme del personal.

Las palabras de Lady Tsunade sobre el traslado a Konoha siguen dándome vueltas en la cabeza. «Es una gran oportunidad... pero también un regreso al pasado.»

Tomo el segundo autobús que llega a la parada, paso la tarjeta por el lector y me siento. En ese momento, suena una notificación en mi celular. Lo saco del bolso y leo en la pantalla:
«Sakura, necesito tu ayuda. Cuando puedas, por favor responde. Es papá.»

Un número no registrado.

Esas dos últimas palabras revuelven mi estómago. Los dedos me tiemblan; alzo el rostro, tratando de contener las lágrimas. «¿Papá? ¿Cuántos años han pasado desde la última vez que nos vimos?»*

Desde que me mudé a Suna, corté todo contacto con familiares y amigos. Sin excepciones.

Las emociones me golpean al intentar recordar su rostro, pero solo logro visualizar una figura alta, difusa, cuyas facciones se desvanecen antes de hacerse claras.

«No quiero volver al pasado.»

Guardo el móvil con un suspiro y me bajo en mi parada. Camino rápido hacia la residencia, esquivando a los transeúntes. El señor Inari está en recepción y me sonríe, pero no tengo ánimos para conversar. Lo saludo con educación y sigo mi camino, subiendo hasta el tercer piso.

Saco las llaves, entro al departamento y me despojo de los zapatos en la entrada. Dejo el bolso y la bata sobre la mesa de la sala antes de dejarme caer en el sofá.

«Konoha. El mensaje de papá. La confusión con Sasori...»

Cierro los ojos. Los párpados me pesan; el cuerpo se relaja contra la suavidad del mueble, y el silencio de la habitación me envuelve en una paz momentánea.

Mis pensamientos se diluyen poco a poco hasta que, sin darme cuenta, caigo en un sueño profundo. Un pozo sin fondo donde el tiempo y el espacio desaparecen, y solo queda la quietud.

𑁍𑁍𑁍


-El timbre suena repetidas veces, insistente, como si quien llama tuviera prisa. Me despierto sobresaltada y corro hacia la puerta. «Podría ser una emergencia».

Al abrir, ahí está él.

Su cabello rojo, siempre impecable, ahora es un caos de mechones revueltos. Sus ojos -esos ojos que normalmente brillan con seguridad- están vidriosos, perdidos. Los labios, torpemente estirados en un intento de sonreír, tiemblan. Su respiración agitada llega hasta mí antes que sus palabras.

-Sasori... ¿Qué te...?

-Sakura, ¿cómo es eso de que te vas a Konoha? -Corta mis palabras como un cuchillo. Su voz áspera, casi rota.

El aire se me atora en la garganta. Mis ojos se abren de par en par. «¿Quién se lo dijo? Solo Tsunade y...»

-¿Cómo te enteraste sobre eso, Sasori?

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