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—Sashy...

—Tranquila amor, estoy aquí...— Murmuró la rubia entre lágrimas.— Verás que saldremos de esta amor... Lo haremos.

La Omega negó con una sonrisa débil.

—Cuando estás a punto de morir... Lo sabes.— Murmuró, secando una lágrima.— Se que... Pasará, y está bien amor... Llevo mucho tiempo buscado un descanso.

—Amor no, tu... Tu estarás bien, está es la buena... Lo conseguiremos.

—Sashy.— Volvió a llamar la omega.— Te amo...

—Yo igual te amo, amor...

— Quiero que sigas tu vida...

—Amor.

—Quiero... Que me des luto, pero no te encierres.— Susurró, besando los labios de la alfa.— Eres una buena persona amor, mereces seguir con tu vida.

—Por favor...

Se feliz mi vida.

Marcy observo como Sasha dormía profundamente, acaricio su rostro con las yemas de sus dedos, sintiendo la calidez que solo la alfa podía emanar.

Sashy, se te hará tarde.— Susurro, besando los labios de la contraria y viendo como una sonrisa se dibujaba en su rostro.— Sashy... Se te hará tarde amor.

La rubia se fue despertando poco a poco, Marcy se encontró con esos ojos bicolor que tanto amaba y amara, pero sintió un dolor inexplicablemente cuando vio la tristeza en ellos.

—Buenos días amor...— Susurro Sasha, estirándose un poco para alcanzar la fotografía que había en el buró.

Marcy apretó los labios con tristeza al ver como la rubia besaba la foto de su retrato.

Buenos días mi amor.— Susurro, besando la mejilla de la rubia.

Sasha se estiró un poco antes de levantarse. Su rutina diría era simple, tenía la cama, iba al baño para asearse y después se vestía con la ropa de su trabajo. Marcy amaba verla hacer eso todos los días, era como una obsesión rara pero que le traía paz.

Pero una de las cosas que no le gustaba de aquella rutina era que Sasha prendía todos los días unas velas a la foto de ella.

La rubia junto sus manos, arodillandose y cerrando los ojos. Sabía lo que pedía, sabía por qué rezaba.

Sasha nunca fue alguien religiosa, recuerda escucharla decir que la religión era solo fanatismo por parte de personas que no querían estar solas pero ahora... Todos los días la veía hacer lo mismo.

Todos los días desde que falleció.

—¿Sigue con lo mismo?— Escucho Marcy una voz detrás de ella.

Se volvió una rutina diría.— Respondió sin ver al extraño ser detrás de ella.

El sujeto solo se quedó callado.

—¡Niñas! ¡Llegarán tarde a la escuela!— Se apresuró a decir al ver el reloj de su muñeca.

Dos adolescentes bajaron con rapidez, haciendo una pequeña reverencia a la foto y corriendo a la cocina.

Marcy sonrió al ver a la rubia apurada con el desayuno, cuando se conocieron la rubia no sabía cocinar ni siquiera un huevo y a medida de su matrimonio ella le tuvo que enseñar para que, cuando ella no estuviera, Sasha se las arreglará para mantenerse a ella y a sus hijas.

¡Sasha! Vuelve a enamórate.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora