—¿Perdón? — levanté las cejas.
Ah, no porque esta no iba a saber que se salía con la suya.
Ella apretó los labios.
—¿Devonne? — se atrevió a preguntar.
—¿Si? — conteste.
Vi como apretaba la mandíbula frustrada.
—¿Se encuentra Tom? — esta vez habló con un tono más sutil.
—No, y ahora vete, tengo cosas que hacer.
Su tacón puntiagudo evito que cerrara la puerta. Ahora su expresión no era para nada endurecida, era más confundida.
—¿Podrías decirle que vine?
Asentí despreocupado.
—Claro, solo ha salido a correr — mentí.
Ella soltó un suspiro gigante, derrotada se giró y desapareció entre los pasillos.
—Ehhh...— vi a Dev recostada de la pared —, pillín.
—Cállate — me saqué los cabellos de a cara.
Como lo estaba odiando.
—Deberías irte ya, se te hace tarde.
—¡Cierto! — me acomode sus pechos que técnicamente eran míos —, Damián me espera con los brazos abiertos — subí y baje las cejas repetidamente.
—Me repugnas.
—Eso es bastante irónico, sabiendo que ahora para orinar vas a tenerme en tus manos — le dije mientras daba un paso hacia afuera lentamente.
—¡Eres un asqueroso! Orinare traumada por tu culpa.
Cerré la puerta a mis espaldas.
—¡Y sentada!
Reí.
Ojalá nunca se atreviera hacer semejante barbaridad.
¿Dónde quedaría mi orgullo?
Bajé a zancadas al Lobby, y lo vi.
Oh, mendigo hijo de puta.
Le sonreí mientras caminaba hacia él.
—Pensé que tendría que subir a buscarte — bromeó.
—Disculpa la tardanza — me arreglé el cabello —, tuve que ayudar a Tom con la cremallera de su pantalón— me mordí la lengua.
—¿Qué? — su entrecejo se frunció.
—¿Nos vamos?
—Espero que no tengas prisa — me comentó mientras salíamos a la calle.
Desayunamos muy cerca de allí en un estante callejero de una pareja de ancianos.
—Realmente me alegra que hayas aceptado — él sonrió.
Uy, qué labioso. Sonríe, sonríe, las mujeres sonríen mucho cuando no saben que mierda hacer.
—Por un momento pensé que salías con tu amigo Tom.
—Típico — solté sin pensar.
Damián comenzó a dar pequeñas vueltitas. Ja, este quería caminar por ahí.
Caminamos calle abajo lento mientras él me hablaba de música.
—Interesante — dije por décima vez completamente en el espacio mientras me tomaba el café frío de tanta vuelta.
—¡Verdad que sí! Es bueno encontrar a alguien que te entienda, y sepa valorar tus gustos. Es difícil descubrir eso en estos tiempos.
¿Qué quiere este? ¿Qué suene el disco de Chayanne y coger en un nacimiento de rosas? Me ahogué con mi propio pensamiento y me salió café por la nariz.
—Perdón, realmente...— comencé a reír —, no sé que me paso.
Él sonrió.
—No te preocupes, me parece hasta lindo.
¿Lindo?
A Damián lo que le hacía falta era un disfraz de una fresa y el libro de Crepúsculo debajo del brazo.
—¡Qué vergüenza! — exclamé como cualquier mujer lo haría.
Él se rio.
—Eres transparente y eso me gusta.
Solté una carcajada.
—Gracias — le contesté ronco.
—¡Dev! — se escuchó desde lejos —. ¡Dev!
—¿Ese no es Tom?
Me giré y vi mi hermoso cuerpo acercarse.
—¿Segura que ustedes no tienen nada?
—Segura — contesté seria.
—Tengo que hablar contigo.
—¿Qué pasa? — le pregunté a Dev.
—Realmente lamento interrumpir, Damián —ella lo miraba como si fuera algún tipo de modelo —. Es importante. ¿Me disculpas?
Fruncí el entrecejo y chasquee los dedos.
—Sí, no te preocupes — le contestó raro.
¡Claro si casi le besa las mejillas con las palabras!
—Habla ya — le dije.
—Dejaron un bebé en la puerta con una cartita y todo.
—¿Tienes un hijo? — la voz de Damián me quemó la garganta.
—Imposible.
—Lo primero que hizo cuando lo tomé en mis brazos fue vomitarme, así que es definitivamente tuyo —Dev miró hacia atrás.
—¿Y dónde está? — Damián chillo.
El hombre de las preguntas importantes.
—Lo deje con Milagros en lo que venía. ¡No sé qué hacer!
Ojala la señora le hiciera honor a su nombre e hiciera el milagro de esfumarme del mundo.
Después de un año he me qui. No se, me dio una inspiración repentina y no pude continuar porque la PC se me estaba descargando :C
xoxo
