El Antojo

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El antojo...

Ese día charlábamos, de todo y de nada, estábamos ya en la cama y nos disponíamos a dormir, era tarde ya y al día siguiente saldría de viaje muy temprano. Estaba algo cansado sin embargo todo el día había sentido una ligera excitación, mi miembro se endurecía y relajaba como buscando algo de acción. De pronto observé su boca, carnosa y deliciosa, ella hablaba pero yo no sabia que decía, no la escuchaba yo solo la observaba en silencio imaginándome su boca comiéndose mi miembro.

Puse mi pulgar sobre sus labios, comencé a girarlo en círculos siguiendo la silueta de su boca, ella reaccionó y abrió un poco, de momento ya mi dedo estaba dentro y ella succionaba despacio lamiendo desde adentro. Ya no quise esperar más y le dije -Se me antoja sentir la profundidad de tu garganta- Ella sin decir nada se puso de pie, se desnudó y se abalanzó sobre mi, tomo mi endurecida hombría entre sus manos y así ofreciéndome una imagen de su cuerpo en cuatro lo introdujo en su boca y devoró cuanto pudo, sentí su lengua deslizarse de arriba a abajo, me mordía suavemente sin dejar de acariciar.

De pronto su apetito despertó, buscaba meterse lo más que pudiera sin dejar nada fuera de su boca, le resultaba imposible pero se ahogaba en el intento. Yo sentía que explotaba mientras ella más me presionaba, apretaba con sus manos y me succionaba como si de mi se amamantara. Ella mientras me decía -Que deliciosa y dura esta- Yo seguro le pregunté -¿Te gusta?- y ella sonriendo me observo sin dejar de mordisquear -¡Me encanta! ¿Me lo vas a dar?- Mi respuesta ya no fueron palabras, sentí que explotaba y comencé a temblar, mis espasmos se asomaron acompañados de mi flujo seminal, ella presurosa se postró mejor para ni una gota dejar escapar, terminé en su boca y por fin me hizo palpitar.

Siguió jugando por un rato sin dejar de saborear, hasta que mi furia se calmó y quede en estado casi fetal, ella se levantó y a mi se acercó, acarició mi abdomen con unas dulces palmadas, seductora se inclinó y al oido me susurró -Servido esta mi Señor-

Mi Perversa ManíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora