Penetrarte...

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Esa mañana después de un breve abrazo en pocos minutos ya mi pene se hundía despacio en tu delicioso pozo de carne, sentí como me apretabas y rozabas al entrar en ti, pude sentir cómo hasta el último milímetro de mi piel rozaba tus paredes estrechas, calientes y húmedas. Tus latido constantes y palpitaciones presionaban mi endurecido miembro conforme  se iba adentrando en las profundidades de tu pequeña y estrecha vagina llevándonos al límite de la pasión.

Conforme te excitabas cada vez más, tu humedad se hacía más presente y aquel taladro colgante bajo mi vientre y repleto de venas resbalaba cada vez con mas facilidad entre tus ya inchados labios, hundiéndose hasta el punto más profundo de tu vagina para resurgir de nuevo en cada arremetida, salía completamente húmedo y brillante, rosado y palpitante, deseoso de seguir penetrandote.

Nuestros movimientos se hicieron más violentos, tu tumbada boca arriba, tu cara se enrojecía al sentir mi mano apretando de tu cuello con firmeza mientras te penetraba cada vez más fuerte y profundo. Tus gemidos se volvieron gritos de placer, tu sudor se mezclaba con tu flujo vaginal y abrías tus piernas hasta llevar tus talones a mi rostro. Logre sentir tus espasmos, preparándose para el orgasmo y así entre gritos y jadeos terminamos eyaculando, agotados y extasiados... entre risas y miradas pero deseosos de seguir cogiendo... que delicia hacerte mía y dominarte, que delirio es cogerte y penetrante...

Mi Perversa ManíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora