𝒗𝒊. paper plan.

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avión de papel.

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LA NOCHE HABÍA CAÍDO y los vacíos pasillos del castillo lo hacían notar. Ya eran pasadas las diez y el toque de queda había iniciado hace unas horas.
Se suponía, que los prefectos debían desaparecer justo a la hora que marcaba el reloj de cuero que tenía en su mano derecha, por lo que no debía de haber ningún alumno fuera de sus camas. Pero Capella sabía lo quisquillosos que algunos podían llegar a ser, en especial los de Ravenclaw, que se tomaban muy enserio su trabajo extendiendo sus guardias hasta después de las diez de la noche, cuando ya había terminado el toque de queda.
Esperando exactamente quince minutos para evitar cualquier tipo de regaño por parte de las águilas, salió del pequeño armario que se encontraba en los pasillos más cercanos a su sala común. Sorprendentemente, ninguno de los prefectos solían ir más allá de las mazmorras, si acaso lo más cerca que estaban de ahí era del salón de pociones que estaba a dos pasillos de la casa de los Slytherins.
Sin nadie que la pudiera ver, caminó hacia la torre de gryffindor que estaba en el séptimo piso. Sus pasos eran tranquilos y sigilosos, permitiéndose mirar el estrellado cielo de Inglaterra por los grandes arcos que los pasillos tenían.
Luego de subir varias escaleras, las cuales se movían de vez en cuando causandole más de un dolor de cabeza, admiro la gran pared aspera llena de retratos y fotografías viejas de distintos magos y brujas que habían estado en Hogwarts mientras subía las últimas escaleras. Sonrío al ver el retratato del que reconoció como Barnabás el Chiflado, había escuchado su historia hacía unos años atrás; le parecía algo muy curioso que hubiera intentado enseñarle a bailar ballet a los trolls. Sin duda su nombre le hacía justicia, pensó.
Su mirada recorría los retratos, admirando los rostros e imaginando una historia para cada uno de los personajes cuyos rostros no reconocía. Se lamento internamente cuando vió el de Elizabeth Burke, directora del colegio por ahí de 1925. Habían varios retratos de ella por todo el castillo, y uno de ellos se encontraba cerca del salón de pociones, que era un pasadizo secreto directo hacia el séptimo piso.
Tratando de no distraerse más, aceleró el paso y subío mas rápido los últimos escalones para así encontrarse con el retrato de la Dama Gorda que estaba plácidamente dormida con una copa de vidrio en su mano. Estaba intentando hablar lo más bajo y calmado que pudo, cuidando que al despertarla no hiciera un gran escandalo. Al tercer pss, la mujer abrío sus ojos rapidamente. Su boca se abrío en una grande "o" apunto de gritar cuando vió el escudo verde de su túnica, pero se calló cuando vió que se trataba de lo que ella consideraba la única persona con razonamiento en la casa de las serpientes: Capella Hastings.
Ella le sonrío amablente, haciendo que la guardiana de Gryffindor relajara su rostro.

— ¿Qué la trae por aquí a horas tan altas, Hastings?— Preguntó con su distintiva voz chillante.

— Solo necesesito entregar un mensaje. ¿Me haría ese favor?

— Solo si me dice para quién es.

La rubia sonrío al recordar el rostro del chico al que estaba buscando.

— Para Remus Lupin.

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Cuatro Gryffindors se encontraban despiertos a las 10:17 de la noche en su habitación. Dos de ellos estaban acostados en la gran alfombra que tenían en el centro de la recámara, otro estaba recargado en uno de los bahúles que ocupaban como mesitas de noche, y él último estaba sentado en la orilla de su cama viendo como Sirius le daba un zape en la cabeza a James por no quererle compartir de sus grageas que él mismo había separado con un hechizo para comer solo las que tenían buen sabor.

—Te estoy pidiendo una —Dijo con frustración —¿Qué te cuesta darme solo una? – Sirius alzó su dedo índice y con fuerza cerró su puño, sufriendo por el gran egoísmo de su amigo.

—Me cuesta demasiado. — Sobó su frente por el golpe que Sirius le había dado mientras lo miraba con resentimiento.
— Por eso Evans no te hace caso.

El joven de lentes abrió su boca ofendido, como si en cualquier momento fuera a caer al suelo. Apartó la bolsa de plástico que tenía en sus manos con las grageas y se lanzó sin previo aviso hacia su amigo, comenzando una infantil guerra.

Peter y Remus no hacían más que reírse. Ver a sus mejores amigos rodar por el piso y gritar cualquier cosa era divertidísimo. Era tanta la risa que el estómago de Peter comenzó a doler, haciendo que se cayera al suelo dramáticamente para intentar calmar el dolor. La habitación estaba llena de escandalosas risas, que si no fuera por el hechizo silenciador que James había lanzado, ya estarían en el despacho de la profesora McGonagall organizando papeles.

Una suave y pequeña brisa rozo la cabeza de Remus, haciendo que buscara la fuente del viento. Se extraño, ya que la única forma de que el viento entrara era por la ventana, y esta estaba cerrada.
No fue hasta que un pequeño y bien doblado avión de papel golpeó su rodilla izquierda. Con cuidado, desdobló el papel en sus manos, encontrándose con una fina y limpia manuscrita.

« ¿Cuál es el uso de un libro sin dibujos ni conversaciones?

                                       10:30, Torre de Astronomía.
                                                                         C. »

Una sonrisa inocente salió de sus labios. Rápido escondió aquel papel en su buró, como si de algo prohibido se tratase. No era como si sus amigos lo fueran a juzgar, pero era algo que quería solo para sí mismo. Y de todos modos no era la gran cosa.

Con su reloj marcando las diez con veinte, se dirigió a la puerta de su habitación con prisa, tratando de evitar lo más que pudiera a sus compañeros. Lo que fue un completo fracaso.

— ¿A dónde vas, Rems? — Peter preguntó, haciendo que la ruidosa guerrilla que James y Sirius estaban teniendo parara por completo, haciendo que la habitación estallara en un gran silencio.

— Yo... ¿voy a la cocina? — Más que una afirmación, parecía una pregunta, cosa que hizo que Sirius levantara sus cejas. — Sí, sí. Voy a la cocina. ¿Quieren algo?

— No le diría que no a unas galletas.

— Unas galletas serán entonces.

El joven de 1.76 desapareció tras la puerta. Al parecer Sirius no le tomo mayor importancia al titubeo de su amigo respecto hacia dónde se dirigía y se sentó al lado de Peter. Pero un joven de lentes redondos no lo pasó por desapercibido.

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tarde pero seguro.
con amor, moons.

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‧₊˚

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⏰ Última actualización: Nov 09, 2023 ⏰

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𝐂𝐀𝐏𝐄𝐋𝐋𝐀 ⤳ Remus Lupin. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora