Capitulo 3: Nada de cosas raras

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—Hace tiempo que no nos acompañan a las fiestas, ¿qué les sucede? —nos preguntó Rocky. Los chicos había ido a comer y Ross y yo tuvimos que ordenar todo. Parecía un basural, primero porque odiábamos limpiar y segundo porque teníamos cosas más importantes que hacer los viernes.

La competencia se había extendido más de lo que imaginé, llevábamos un mes así, sin nada ni nadie más que nosotros. Más de una vez me confundí y llegué a pensar que terminaríamos de un día para otro, ya sea rompiendo cualquiera de las cinco reglas, pero no, Ross tenía voluntad y yo era demasiado orgullosa para admitir que me encantaba.

Así que estábamos en esas circunstancias.

—No nos encontramos de ánimo —respondió Ross. Asentí para darle la razón, y en eso, Ratliff soltó una carcajada.

—¿Es que acaso no se dan cuenta? —dijo. Ryland, Riker y Rocky lo miraron, Ratliff sostenía una botella de cerveza en la mano y no paraba de reírse, cuando bebió un sorbo, casi lo escupió al no poder contener la risa.

—No entiendo que es tan gracioso, Raff. Sabemos que eres un bufón, pero nunca creí que llegaras a este extremo —le dijo, algo irritada. Me ponía nerviosa cuando no decía el chiste.

—Ustedes son novios, y no quisieron decirlo para que nosotros no los molestáramos, apuesto que era eso —Riker abrió la boca y Rocky quedó pensativo, Ryland comenzó a reír también y Ross se cruzó de brazos, fastidiado al igual que yo.

—Claro, todo calza —dijo Riker.

—¿Cómo están tan seguros de que es eso? —inquirió Ross. 

—Sí, ¿cómo lo saben? —los reté. Rocky me miró y negó con la cabeza, Ratliff caminó alrededor de nosotros que, como siempre, estábamos en nuestro sillón, y nos dijo con aire burlón.

—Porque hablan en plural. Antes no lo hacían, pero ahora, si van a responder algo, lo hacen por los dos, y eso lo hacen las parejas —reprimí un grito de sorpresa. Si lo ponía, tenía razón. Mucha razón.

Desde que comenzamos con esta competencia, hacíamos todas las cosas juntas. Desde ir a comprar, hasta cenar al mismo tiempo, cosa que antes no hacíamos, ya que cada uno comía en su cuarto y donde se le diera la gana. Pero ahora, ambos buscábamos estar cerca del otro, como una necesidad. 

Y no fue hasta que analicé la situación en realidad, no como una estúpida competencia, sino en cómo afectaría en nuestra rutina, que me di cuenta que esto no terminaría bien para ninguno de los dos.

—De acuerdo, nos descubrieron. Somos novios, ¿felices? —los chicos se pusieron de pie y gritaron de júbilo. Mientas lo hacían, me acerqué a Ross y le susurré en el oído:

—¿Qué hiciste?

—Lo que ellos querían escuchar —se encogió de hombros y le restó importancia. Recosté mi espalda en el sofá y apoyé mi cabeza en el hombro de Ross.

—¡Miren la pareja, ¿cuándo es la boda?! —exclamó Riker. No le presté atención, sólo sonreí. En parte porque no tenía ganas de discutir, porque no había dormido nada ayer –por culpa de Ross y el bendito día viernes- y porque no me desagradaba la idea de que creyeran que éramos novios.

—¡Gané, les dije que sucedería! —gritó Ratliff, de pronto. Todos se quedaron en silencio de un momento a otro, Riker le hacia un gesto con la mano para que se callara, como diciéndole que había metido la pata. Ratliff se tapó la boca con las manos, y a mí me entró la curiosidad.

—¿Qué ganaste, Ratliff? 

—Nada, lo que pasa es que hoy había un partido y...

—Los idiotas apostaron quién predecía el futuro. Apostaron si terminábamos siendo novios o sólo amigos, Ratliff y Rocky ganaron, ¿no es así? —le interrumpió Ross.

Sex Rules (Adaptada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora