No tiene un punto de vista, no sabe hacia dónde va, ¿no es un poco como tú y como yo?
Aldariel la hija prodiga de Valinor se encuentra en el peor punto de su vida. Se ha convertido en una mujer desgastada que se emborracha en bares de mala muerte...
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Tienes una manera de mantenerme a tu lado, me das una causa de amor que no puedo ocultar
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Recorrí los pasillos de Rivendel en busca de Arwen, no me apetecía ver a nadie. Pasé por los jardines, en su lugar me topé con los gemelos.
—¡Aldariel! te buscamos por todas partes.
—No has desayunado ¿verdad? —Negué con la cabeza —Bien, porque te hemos preparado algo.
Cerca de la fuente en donde las flores más bellas crecían, me esperaba un desayuno y la radiante presencia de Arwen. Un momento de tranquilidad, comiendo fresas, sin preocuparme de nada.
—Ayer sí que nos asustaste, parecías un espectro. Creo que los enanos no te sientan bien.
—En especial los que reciben flechas—añadió Elladan. Arwen miró a su hermano con enfado.
—Tienes razón —reí—, para nada me sientan bien, apenas van unos meses y ya estoy harta de ellos.
—¡Déjalos! Parece que te tienen secuestrada.
—Es que estoy haciéndole un favor a Gandalf. —Y a mí misma, pero me avergonzaba tan egoísta propósito.
—Bah, no tienes que hacerlo, quédate con nosotros; acompáñanos a escoltar a Arwen a Lorien.
—¿Cómo que te vas y no me lo habías dicho?
—Te lo dije la última vez que estuviste aquí, aunque creo que has olvidado ese cuaderno donde apuntas todo. Pues sí, pensaba partir hoy, pero debido a tu llegada esperaré un poco.
—Perdóname, no he sido yo últimamente. —Le tomé la mano—Quisiera, pero, la verdad es que esto es algo muy importante para mí; que nada tiene que ver con apreciar a esos sucios enanos.
—Qué lástima—hablaron los gemelos al unisonó—, aun así, considéralo. Las dejamos hay asuntos que debemos atender.
—Ahora que estamos solas —dijo Arwen arrimándose a mi lado—, cuéntame eso de que no eres tú, y explícame porque fuiste tan grosera con Kili.
—¡Ah! Veo que has hablado con él, pues dime, ¿qué le debo para tratarlo bien?, no le dije nada que no fuese cierto.
—A mi parecer, estas poniendo barreras porque ocultas otra cosa te gusta, ¿no es así? —preguntó a lo cual yo solo pude responder con una mueca. —No te atrevas a negarlo, te conozco mejor que nadie y puedo ver lo mucho que te importa.
—Yo jamás estaría con alguien como él; no puedo caer más bajo.
—Entonces ese es el problema, la grandiosa Anarien no puede permitirse estar con alguien tan inferior como un enano.
