¿Qué queréis que os diga de aquel día? Pues para empezar que era una niña. Si una niña y aún hoy en día sigo siendo una niña. Mucha gente considera que es adulta, que ha madurado y crecido. ¿Sabéis lo que pienso de ellos? Que son los menos maduros. Yo crecí rápido y siempre fui lo que fui.
Aquel día no lo conocí a él, ya que ya lo conocía pero si os puedo decir que ese día lo vi. Por primera vez en los años que llevaba conociéndolo lo vi(o eso creí).
Puedo decir que por aquella entonces era un poco insegura, aún que decir que era un "poco" era quedarse corta. Lo más correcto sería decir que me odiaba a mi misma tanto como odiaba a la gente que roncaba. A ese nivel me despreciaba. Tuve una infancia maravillosa ero la llegada de la adolescencia no me sentó tan bien, digamos que fue una época difícil. Me había criado en un pueblo pequeñito donde todos nos conocíamos(para bien o para mal)
¿Me estoy desviando del tema? Puede ser, la pregunta es: ¿lo hago adrede? Exactamente, ¿cómo hablo de un tema que quiero evitar? ¿Cómo explico algo que ni yo soy capaz de entender? Os prometo mis queridos lectores que lo intento a pesar de que nunca he sido buena escritora. A veces me pierdo entre las palabras, estas a veces son tan hermosas como la música y otras son tas afiladas como los cuchillos.
Aquella tarde de agosto. Me odiaba y me sentía mal. Estaba rodeada de gente que me hacía sentir insegura e insignificante. Puede ser que siempre haya sido un poco peculiar. Siempre he tenido mi cabeza metida entre libros, refugiándome en las palabras, a lo mejor por eso estoy ahora intentando escribir. Pues ese día también estaba perdida. Recuerdo que yo y algunos amigos habíamos ido a un pueblo cerca del nuestro ya que había fiestas. ¿Creéis que acabó bien? Ummm eso tendréis que decidirlo vosotros.
Estuvimos toda la tarde tomando algo en un bar con gente que me hacía sentir incómoda. Y cuando digo incomoda no lo digo por mis rarezas(que también) ni por mis paranoias, sino que algunos de eses seres tenían como pasatiempo hacerme el vacío. Algunos de los otros seres tenían como pasatiempo permitir que me hicieran el vacío y yo callaba. En el fondo creo que la más tonta de todos era yo por permitir tal situación. A veces me cuesta entender como me quería tan poco. Aquella tarde no fue diferente a muchas otras y me refugié(como siempre había hecho) en los libros. Tengo que admitir que me cayeron comentarios de ¿qué haces leyendo un libro? ¡mira que eres rara eh!, pero, ¿qué queréis que os diga queridos lectores? Yo no sabía que hacer. Odiaba beber alcohol, ya que había visto muchas vidas destruidas por el alcohol. También odiaba hablar de la gente con la que me había morreado , ya que no lo había hecho nunca ni tenía interés alguno(pero eso era algo que no quería decir). Así que, ¿qué debía hacer?
A lo mejor debería haber buscado gente que me comprendiera. Amigos que me escucharan o animaran en vez de hundirme en un pozo cada vez más hondo, pero nunca he sido de las que toman buenas decisiones así que allí me mantuve.
La tarde fue pasando para dar paso a la noche, en la cual debía quedarme a dormir con uno de mis amigos de mi pueblo(él cual pasaría a convertirse no mucho después en uno de mis mejores amigos) , pero la cosa se complicó. Las cosas nunca son ni blancas ni negras, ni ten fáciles ni tan difíciles(pero yo solía verlas siempre más difíciles)
Fuimos a cenar a la casa de mi amigo y yo podía ver como el alcohol en sangre de todos iba subiendo. He de admitir que nunca me ha gustado ver a la gente borracha, siempre lo he odiado y más adelante aún la odiaré más(pero no adelantemos acontecimientos). Para cuando acabamos de cenar yo ya veía todo muy negro y no acababa de convencerme la idea de pasarme toda la noche de fiesta y dormir en ese pueblo , pero aún había esperanza.
En cuanto puse un pie fuera de la casa de mi amigo escuché a una de las chicas que salía con nosotros decir "esta noche hay que emborracharseeee" y fue en ese momento, en ese preciso momento donde la ansiedad empezó a brotar. Conseguí mantenerme serena hasta que llegamos al bar, allí todos empezaron a beber alcohol y yo estaba con una agua. Veía a todos pasarlo bien, escuchaba la música y no sentía nada. Yo no estaba bien allí, no encajaba y no encajaría. No pintaba nada allí , de hecho estaba segura de que todos me miraban mal. ¿Cómo no iban a mirarme mal si era una aguafiestas, una aburrida que ni quería beber ni bailar? Yo no hacía nada allí.
Mi corazón empezó a palpitar "bum, bum, bum". Notaba cada pulsación en mi cabeza, notaba como me costaba respirar, yo no pintaba nada allí. Me acerqué a mi amigo y le dije si me dejaba las llaves de su casa para ir a buscar las cosas, a lo que me dijo que sí. Yo las cogí y decidí que no iba a quedarme allí. Que yo me iba, ya había sido suficiente socialización por hoy. Mientras subía hacia la casa de mi amigo empecé a llorar, de nuevo apareció la sensación de vacío. La sensación de no encajar. Llamé a mi mejor amiga mientras me daba un ataque de ansiedad y ella intentó tranquilizarme pero yo no quería ser tranquilizada, yo quería lo mismo de siempre: ser normal.
A veces creo que me hago daño a mi misma. Que soy cruel conmigo misma y que soy yo la que se impide a si misma seguir adelante y avanzar. ¿Es triste no? El caso es que llegué a casa de mi amigo y recogí todo y fui a donde estaban mis amigos mientras mis padres no venían a recogerme. Yo no quería volver a donde ellos, no podía, así que fui a ver a mis tíos. Llegué a donde ellos casi llorando y se asustaron. Puedo parecer dramática contando todo esto como lo cuento pero así es como lo sentí y viví. Mi tía que siempre había empatizado conmigo me aseguró que si mis padres no venían me llevarían ellos así que me tranquilicé. Debía esperar media hora hasta poder irme, media hora, treinta minutos, mil ochocientos segundo. Decidía ir a donde estaban mis amigos y allí estaba él.
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Inefable
Espiritual¿Qué queréis que os diga? Se trata de una historia peculiar de una narradora peculiar. Si queréis leerla aquí la tenéis, mi alma os dejo a vuestros pies.