Llave

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La llave quedó atascada en la cerradura y el hombre desesperó. Deambuló por el pequeño cuarto no atreviéndose a jalar de ella por temor a romperla.

Tomaba su cabello con saña al saberse acorralado por las paredes robustas y groseramente férreas donde anidaban las más pretenciosas evocaciones de su conciencia.

Gritó desesperado por alguien que lo encontrara aun sabiéndose solo y vencido. La ayuda proclamó de las maneras más exiguas para hombre desesperado.

La llave seguía estancada.

Con sus manos acarició la silueta del aire viciado y con los gestos que pronto se convirtieron en alborotados desparramó temor por doquier.

El espacio no convivía con él, se había truncado y su posibilidad de armonía también.

Desesperado tomó el licor aventándolo contra la puerta de hierro que, inamovible, sonrió victoriosa. Y los pocos objetos que relampagueaban con una calma parecida al de las begonias, lo observaban en espera de su rendición.

Más él esto no sabía, solo supo despotricar con miedo que lo ayudasen, lo salvasen o lo matasen, pero fue imposible: solo lo observaban con juicio, sin ánimos de pretensiones y a la espera del cobijo.

Comenzó a hablar, recordó una vieja clase impartida por una de sus profesoras favoritas. Habló y gesticuló.

La llave seguía estancada.

Continuó dando su conferencia a nadie y a todos. Se tomó su tiempo para reducir el miedo y la charla, desenfocada y abstracta, le sirvió para el recuerdo. Cobijó en él tantas remembranzas latentes que una sonrisa demente cruzó sus labios partiendo la mueca en una desagradable y desgarradora manifestación de lo que era.

Gritó.

La llave seguía estancada.

Se sentó en el piso blanco y sus manos volvieron al trabajo de danza ambulante en medio del serpenteo de su abismal mente.

Golpeó suavemente una nota que apareció sin presentación y el sonido quebró el silencio. La acarició una vez más y fue suficiente para que el miedo disminuyera con reticencia.

La nota, poco a poco, fue cayendo sobre sus piernas haciéndolo torcer la cabeza buscando entender por qué caía sin gracia ni sabiduría.

La llave seguía atascada.

Se apropió de la nota y, entre sus manos, la observó desfallecer fundiéndose en el olvido. Su expresión, que rozaba lo demencial, se retorció en una mueca de dolor al no comprenderlo. Lloró y gritó. Nadie fue en su busca.

La contuvo entre sus dedos hasta que se desintegró y él, apiadándose del momento de brillantez, quiso obscurecer el recuerdo para no soportar el segundo de felicidad que le otorgó.

Les gritó completamente desfachatado a los objetos que aún lo observaban tiesos y, ahora, decepcionados.

—¡Traidores! ¡Traidores! ¡Salid de aquí, traidores! ¡Han abandonado su patria! ¡Su patria soy yo! ¡No me esperéis!

La llave seguía atascada.

—¡Ayudadme! ¡Oh, pobre de mí, quien he perecido a causa de la traición y el olvido! ¡Me habéis dejado, habéis abandonado a su patria! ¡Morid todos vosotros! ¿Qué sabéis de la pena? ¿Qué sabéis del regocijo? ¿He acaso hecho algún mal? ¡Por favor, os suplico, ayudadme! ¡Pereceré aquí, no olvidéis de su patria! ¡Os ordeno!

La llave seguía atascada.

—¡Han convertido todo acto en ignominia, pagaréis por eso! ¿Acaso vuestro amanecer es más sublime que mi ocaso? Vuestras suficiencias os arrastraréis al más oscuro abismo de la ignorancia, sois todos unos cobardes que se refugian en vuestras hechizadas mentes repletas de pedantería. ¡Padeceréis, han abandonado vuestra patria! ¡Et incendent in cordibus vestris et in flammis non est causa et iterum quaerere patria sua! ¡Pero no la encontrarais, pues me habéis matado!

La llave seguía atascada.

—Y yo aquí, errante y errado. Culpado y culpable. Habéis abandonado a su patria. La vergüenza corroerá vuestras entrañas al haberme visto y al haberme ignorado. ¡Os diré que solo el sin razón actúa con suficiencia! ¡Habéis abandonado su patria! ¡Os advertí, culpados! ¡Sí, también vosotros lo sois! Ignorad ahora, pues mañana, quienes gritarán por ayuda, seréis vosotros. ¡Sí, tú! ¡Tú que lees y no salvas! ¡Salvad al culpable de sus desdichas, que fue arrojado al abismo de la incomprensión por el bestial sentimiento de la tristeza! Lo habéis abandonado y ahora perecerá y tendréis que verlo.

La llave siguió, hasta que él murió, atascada.

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Dinámica: Bestiario. 

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