02. Bolsa de Santa Claus

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Roma



¿Y tu eres?

Si te preguntaran a mitad de la noche, a oscuras, un desconocido con el que chocaste mientras entrabas a la cocina y también tocaste para verificar que no fue tu imaginación y que si atropellaste el pecho de alguien ¿Que le dirías? Soy un fantasma, santa claus antes de envejecer y obtener una gigantesca barriga o solo le dices que eres una persona no una entidad maligna para que me mire de esa forma como si quisiera arrancar mi cabeza de mi cuerpo.

Al igual que tu desconocido frente a mi, me lleve un gran susto así que no, no me mires de esa forma.

En efecto se que esta persona no es mi hermano es más que obvio, tiene músculos muy pronunciados y una altura inmensa, en cambio mi hermano es mi hermano, así que un extraño había irrumpido en el departamento o estoy frente a la persona que debía evitar a toda costa.

—¿Y tu eres?— Volvió a interrogar la figura oscura frente a mi.

Aclararé mi garganta por centésima vez mentalmente.

—Soy Roma, ¿y tu?.

En serio, Roma, la idea era evitar a toda costa a Hades Bedford y ahora le preguntas como se llama como si buscaras una amena conversación después de chocar tu rostro contra el a mitad de la noche.

—No te recuerdo en lo absoluto, mucho menos con ese nombre tan ridículo.

¿Excuse me?

—Mi nombre ¿ridículo? Me dejas sin cuidado tu comentario.— Respondo indignada.

Siempre han halagado mi nombre por ser hermoso, mis padres me dieron ese nombre porque me crearon en un viaje a roma en un momento muy especial por esa razón me llamaron roma y aunque suene extraña la historia en sí es muy romántica apartando la parte en donde me crearon y eso porque es traumática.

— Sin cuidado te dejaron tus padres, quienes te castigaron con tal nombre ¿quien en esta época le pone nombre de ciudad a un ser vivo? es tan anticuado.

¿Anticuado? Lo dice el mismo chico que tiene nombre de dios griego. Que no ve por donde camina, y que olvida encender las luces antes de caminar por la casa.

—No perderé mi tiempo con fantasmas ambulantes.

Trato de esquivarlo, pero me toma del antebrazo volviendo a colocarme frente a el, aunque la luz que se filtraba por las ventanas casi no alumbraba todo pude observar detalladamente al individuo frente a mi, no llevaba camisa y dejaba una buena vista de su abdomen bien trabado, solo vestía unos short demasiados ajustados a mi parecer.

—Sabes que es un delito entrar a mitad de la noche a acosar a una persona, ya es mucho con soportarlo en el campus, pero en mi casa— Dice entre dientes.

—No se de que estas hablando, y si fuera a acosar a alguien seria aún personaje literario, pero como solo viven en los libros no existen y no tengo que molestarme en hacerlo.

Forzó una sonrisa y vuelvo hacer el intento de entrar a la cocina, pero me detiene el paso con su cuerpo. Maldigo por lo más dentro de mi tratando de no hacer una estupidez mi primera noche de estadía aquí, pero veo que no coopera.

—Sabes lo que le paso a la última chica que entro a mi departamento a mitad de la noche—Dibuja una sonrisa maliciosa la cual logro captar por la poca luz que hay.— Termino en un manicomio. Y seria una pena que termines allí.

El, Mí perdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora