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Después de lo que le pareció una eternidad, al fin el tren hizo una pausa en un pueblo.

Ambos bajaron y estiraron las piernas por varios minutos.

Cuando subieron de nuevo, pudieron notar que algunos pasajeros eran nuevos, así como algunas caras ya familiares, no estaban.

El tren comenzó a moverse y Jungkook se fue perdiendo entre sus pensamientos.

Todavía se sorprendía de lo valiente que había sido, siempre se percibió a sí mismo como un cobarde, un "agachón" y estaba seguro que sus padres lo veían de esa forma.

De lo contrario, no lo habría dejado ir por ahí tan libremente, lo hubieran encerrado quizá, o alejado, pero no, lo habían dejado ahí porque a sus ojos, era un cobarde que tarde o temprano se rendiría ante ellos.

Observó a Taehyung a su lado, nuevamente había caído en las profundidades del sueño. El pelinegro sonrió, pues, había algo fascinante en ver al castaño dormir. Nunca podía apartar la mirada de él.

Nunca en todos sus años de existencia, ni una sola vez sintió el miedo real de perder algo hasta que conoció a Taehyung ¿Era eso bueno o malo? No lo sabía con exactitud, pero, de lo que sí estaba seguro era que justamente eso le había ayudado a tomar las decisiones más valientes de su vida.

No quería pensar en la posibilidad de nunca haberlo conocido, pero de haber sido así, nunca hubiera peleado o luchado por tomar las decisiones de su futuro, habría simplemente asentido y aceptado cualquier cosa que dijeran sus padres.

Un lloriqueo agudo lo sacó por completo de sus funestos pensamientos. Sus ojos negros buscaron el origen de aquel ruido y lo encontró a unos asientos de distancia.

Una mujer llevaba sobre sus piernas a una pequeña niña de cabello oscuro, sus ojos estaban llorosos.

- Basta, cariño - Habló la mujer mientras la abrazaba - Llegaremos en un momento. - La niña se acurrucó más contra la que parecía ser su madre.

- Quiero ir a casa - Dijo la niña con un puchero - Quiero ver a papi

- Ya pronto, amor, lo prometo - Afirmó la mujer.

Jungkook sonrió, recordó lo reconfortante que era escuchar las promesas de su madre cuando era niño, que, en ese entonces le daban absoluta tranquilidad.

- ¿Me cuentas la historia de nuevo? - Preguntó la pequeña

- Por su puesto - Le respondió la mujer - Había una vez, un pequeño pueblo llamado "Los Pinos", tranquilo y con los paisajes más hermosos del país - Hizo una pausa y la pequeña le sonrió - Todos eran muy alegres hasta que...

- Hasta qué...

- Basta que una temida bruja llegó - Contó en voz baja - Ella quería un lugar agradable donde refugiarse y vivir tranquila. Con su magia ayudaba a los pobladores a sanar cuando enfermaban o hacía crecer las flores en los jardines infértiles.

- Wow - La niña parecía encantada con la historia de su madre

- Pero... Lamentablemente, las personas siempre buscan destruir aquello que desconocen o les resulta diferente, así que un día se unieron para atacar su preciado hogar.

- ¿Y qué hizo ella entonces?

- Tuvo que huir y decidió ocultarse en el bosque. Donde nadie pudiera encontrarla. Dicen, que ahí construyó su propio castillo y vivió feliz y cómodamente.

- ¿Y seguía ayudando a las personas?

- Bueno, ella prefería mantenerse lo más lejos posible de las personas, así que cuentan las historias que conjuró un poderoso hechizo en el bosque y sólo aquellos con intenciones sinceras, podían encontrar su refugio y reunirse con ella. De ser así, ella le concedería un deseo.

Mientras exista el sol y la luna | KooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora