Capítulo 3.

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Junwon se encontraba comiendo cómodamente en el patio de la escuela junto a sus amigos, compartiendo de los almuerzos que había llevado aquel día. Era un día tranquilo mientras todos jugaban por todo el lugar y a él solo le interesaba degustar del desayuno que su papá le había preparado aquella mañana. Iba por el tercer mordisco cuando un chillido se escuchó no muy lejos de ahí y todos en la mesa voltearon curiosos.

—¡Deja de molestarme!—Gritó Haneul, una de sus compañeras, al ser empujada por uno de los tres niños que la acechaban.

—Los niños como tú que no tienen padres no pueden hablar.—Escupió el niño mayor.

—Tengo a mi mami.

—¿Y tu papi? Debió de haberte dejado por lo molesta que eres.

—¡No soy molesta!—Sus ojitos se llenaron de lágrimas, indignada de sus palabras.

Junwon se levantó justo a tiempo cuando uno de los otros niños abrió la lonchera de la niña y vació el contenido de esta al suelo, haciendo que su comida se manchara de barro y se desparramara todo.

—¿Qué es lo que hacen?—Cuestionó con molestia, poniendo a Haneul detrás suyo.

—Llegó el otro sin papá.—Sonrió burlón ante su llegada.

—¿Por qué la molestan? Ella no les está haciendo nada, vayan a otra parte.—Les hizo un gesto con sus manos de que se fueran, acuclillándose para recoger las cosas pero el mayor lo empujó, haciendo que cayera de espaldas.

El empujón fue el detonante suficiente para la provocación, consumiendo el cuerpo de Junwon en total enojo y soltando el primer golpe directamente en el costado del cuerpo contrario, derribándolo. Fue cuestión de bajar la guardia cuando los dos niños estaban rodando por todo el patio con tal de no perder aquella guerra, sin interferir ningún adulto y siendo de otros niños tratando de buscar algún maestro ante el disturbio.

Pero Junwon no se acordaba de que brazo aún estaba en recuperación, por lo que un mal golpe lo hizo estallar en llanto al sentir el hueso tan frágil aún, lastimándolo nuevamente en el proceso. El niño que estaba arriba de él tratando de soltarle un golpe se asustó por el frenético llanto y se alejó, justo cuando dos maestros se acercaron y lo ayudaron a levantarse, llevándolo a enfermería y a los implicados a dirección.


(...)


—Entiendo, directora. De todas formas, gracias.—Taehyung murmuró con una mueca, saliendo de la dirección con su hija aferrada a su mano mientras sorbía ante las lágrimas.

No era un mejor semana, en sus planes no estaba el tener que cambiar a Haneul de escuela solo porque unos niños la llegaron a molestar, a tal punto que uno de ellos salió lastimado y está en observación. Aquella escuela le quedaba accesible, era un punto medio entre su hogar y el hospital, pero ahora ya no se sentía senguro sabiendo que su hija era molestada desde hace tiempo y no se había dado cuenta de ello.

El camino al hospital había sido silencioso, sintiéndose molesto al no poder arreglar nada, la discusión que tuvo con la directora y con los padres de esos niños y por sentirse mal padre al no saber lo que pasaba su hija cada día que iba a clases. Además, no le gustaba llevarla a su trabajo, pero no tenía una niñera y no podía dejarla sola en casa, de todas formas faltaba poco para cumplir su jornada de aquel día.

—Debiste de decírmelo, cariño. Cualquier cosa que te digan o hagan y que te lastime tienes que decírmelo, no puedes ocultármelo o pasará a mayores como hoy.—Reprendió con suavidad, dejando sus cosas sobre el escritorio del pequeño cubículo.

Figura Paterna | KVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora