Cacería de brujas: personas acusadas con testimonios dudosos e incomprobables que terminan con una decena o cientos de muertos alrededor de muchas aldeas. Hoy, ahora mismo; una mujer permanece retorciéndose en la punta de la estaca, atravesada por una sólida y punzante lanza de madera afilada y astillada. Los chillidos de sufrimiento retumbaban en los oídos de la joven que desde lo alto observaba, era desgarrador y un nudo en su garganta se formó. El rostro de aquella mujer parecía ya deformado por sus muecas y expresión del fatal tormento, la sangre salía a litros del gran hueco de su estómago y en cualquier momento, su sufrimiento por fin se fugaría. La muchedumbre clamaba el acto, riendo y agradeciendo la muerte de la bruja, jactándose que ahora todos en la aldea no sufrirían más hambre.
—Meleria —dijo el particular hombre en ropas elegantes y que contrastaban con todo el lugar—, acusada de matar al ganado de la aldea, condenada a la estaca y a morir con lentitud.
—Ni siquiera son brujas reales —dijo Isabella, con una ligera molestia en su tono de voz.
—Evidentemente influye el contexto y el estrato social. La ignorancia abunda y pocos son los privilegiados de leer y aprender.
—Dennis, dime: ¿La magia podría desarrollarse en estos lares? —cuestionó Isabella acomodándose con su diestra el moño carmesí de su vestido—, creo que sabes a que me refiero; una ínfima posibilidad donde un humano de carne y hueso muestre afinidad a la magia.
—Viniste por esta razón, ¿no es así? Esa pregunta tú debes... darle una respuesta.
—Por eso mismo, me cuesta creer que eso sea posible —señaló hacia la escena donde la acusada de bruja rogaba piedad—; incluso si lo fuera, lo más probable es que ya estén muertos —Isabella suspiró con molestia. Ella chasqueo los dedos y entre una multitud de mariposas que aparecieron y la envolvieron, desapareció todo rastro de ella.
Dennis hizo lo mismo y su figura fue haciéndose cada vez más opaca hasta desaparecer.
El particular llanto de la mujer mantuvo a Isabella pensativa un buen rato mientras permanecía sentada en la única mesa en el exterior de la mansión. El cielo azul despejado con un viento agradable, el césped a la altura perfecta y los cantos matutinos de los pájaros en el fondo la relajaron como siempre lo habían hecho, ayudando a que su frágil mente se despejara un poco.
—Tú, sírveme—Isabella hizo un ademán con cierta gracia hacia esa figura que contrastaba con todo el lugar: era un humanoide de apariencia fornida con cabeza de cabra y pelaje azabache, no obstante, a pesar de su amenazador exterior siguió sumisamente las indicaciones sin dudar. Tomó la jarra que descansaba en la mesa y con un gesto delicado sirvió el líquido café en la taza que Isabella sostenía entre sus dedos.
—Señorita Isabella. —Una voz se escuchó en las afueras de la gran puerta de la mansión. Era Dennis con su habitual traje de mayordomo.
—¿Cómo está padre? —cuestionó Isabella con la vista perdida al bosque que se alzaba tras los decorados muros blancos que rodeaban el exterior de la mansión.
—Su condición no mejora en lo absoluto —dijo y tomó asiento frente a la silla vacía en frente de ella —, sigue insistiendo como siempre.
Isabella no le miró en ningún momento y dio un leve sorbo a la taza de té.
—El té se arruinó —Isabella asentó con molestia la taza, haciéndola sonar ruidosamente mientras clavaba su mirada en Dennis— Padre... me preguntó porque es tan insistente, debería aceptarlo y morir de una vez.
—Su padre es único incluso entre los hechiceros y brujas, supongo que eso le hace insistir tanto en mantenerse con vida —Dennis suspiró y se flexionó en la silla— ¿Qué harás?
Isabella se puso de pie, desviando la mirada al cielo azul con un semblante manchado de duda e incapaz de articular nada más.
—Entonces en marcha señorita —Dennis la imitó y caminó hasta estar al lado de ella—. Puede que no sea de su agrado exponerse tanto en el mundo real, pero le aseguró que puede llegar a ser una buena experiencia —dijo Dennis con una amable sonrisa, tratando de alguna manera animar a su ama a pesar de la situación.
Isabella mantuvo la cabeza gacha y tras unos segundos, le dirigió una sonrisa algo forzada. Isabella pronto chasqueó los dedos, desapareciendo del jardín junto con Dennis al ser envuelta por decenas de mariposas.
El bosque era bello, incluso recordaba a algo sacado de un cuento de hadas. Era lo más semejante a lo que Isabella podía llamar su hogar, pero no era más que una ilusión creada por ella misma. Dennis se sentó en la pequeña mesa junto a Isabella y contempló el falso techo azul.
—Lo más sensato sería movernos por todo el reino, escuchar un poco, convivir... —Dennis volteó a ver a Isabella, quien, tras sus palabras, tensó un poco su antes indiferente mirada.
—Bien... —Isabella junto sus manos, cubrió su rostro parcialmente. Miró de reojo hacia Dennis— ¿Es necesaria la última parte?
—Sólo bromeaba... ¿tanto temes a los humanos? —cuestionó con diversión en sus palabras.
Isabella se puso de pie, dejando su actuar tan refinado e inocente; el ambiente que había creado para ella misma se disolvió como una cortina de humo, dejando ver el lugar donde estaban en realidad: Una llanura durante la noche, con leves antorchas que iluminaban tenues el camino de piedra que se dirigía hacía alguna ciudad lejana.
—¿Qué tal si solamente descansamos en algún lugar hasta que...?
La mirada calmada de Dennis se deformó con totalidad y penetró a través de los ojos de Isabella, quien al instante cerró la boca.
—No podemos hacer eso, señorita —dijo Dennis sin titubear. Él le dio la espalda a la joven bruja y se alejó varios pasos de ella. Su mirada volteó contra Isabella de nuevo, mirándola con decepción.
Isabella no dijo nada más, su cabeza se mantuvo gacha y su flequillo ocultaba su frustrada expresión.
El mayordomo retomó su postura hacia a ella, y se acercó con delicadeza.
—Esforcémonos, ¿de acuerdo? —La mano enguantada del mayordomo acarició con suma suavidad la humedad surgente de los ojos de la joven.
—Todo esto es una estupidez... —soltó casi como un susurro Isabella, apartando la mano de Dennis. Su mirada aún permanecía absorta en el suelo para evitar los ojos de su mayordomo— No tiene sentido, todo esto es puro capricho de él. Seguro entiendes, ¿no es así?
—Supongo, pero no es como si pudiera negar una orden de tu padre tan de repente. Podría desaparecer —dio una pequeña carcajada—. Isabella, veámoslo de esta manera: tu padre morirá y este pequeño encargo es solo una forma de prepararte para asumir el liderazgo de la familia ¿Y bien?
—Incluso si regresara, incluso si escapara ahora mismo... tú me arrastrarías de nuevo al mundo real, ¿verdad?
—Sí, está en lo correcto, es una orden de tu padre después de todo —dijo esbozando una sonrisa compadeciente.
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Mágico tormento
Tajemnica / ThrillerUn obligado viaje al mundo humano para romper aquello que los brujos llaman "la corrupción", una enfermedad que amenaza acabar con la vida del padre de Isabella. Mientras se adentra en el mundo real, más misteriosa y peligrosa parece ser la tarea qu...