GIGI resopló furiosa al borde del llanto. Acababa de presenciar como Sirius metía su lengua en la boca de otra chica tras coquetear con ella toda la noche. Le había hablado al oído y susurrado cosas lindas como antes, pensó que finalmente se había dado cuenta de que la echaba de menos, pero fue llamada por Dorcas y para cuando regresó él ya estaba con alguien más. Con el corazón roto, había huido de allí para refugiarse en el baño, lejos del bullicio y el escándalo de la fiesta.
—¡Gray, espera!— James Potter le gritó entrando con ella en la única habitación vacía.
—¿Que quieres, Potter? No estoy de humor— se giró a verlo con mala cara.
—Lo vi— ella frunció el rostro sin entender. —Vi cómo mirabas a Sirius, al principio no lo creí, pero, luego, cuando se besó con esa chica... Te sigue gustando.
Gigi palideció y pensó que se desmayaría. James Maldito Potter sabía su secreto.
—¿Acaso escuchas lo que dices y lo ridículo que suena? Sirius es pasado— intentó convencerlo de lo contrario, aunque por su cara de pánico y voz nerviosa eso parecía poco creíble.
—No trates de negarlo. Lo sospechaba desde hace un tiempo. No te culpo, es bastante atractivo— se encogió de hombros haciendo una mueca.
Cualquier intento por desacreditar lo que James había conjugado era inútil. No habría manera de hacerlo cambiar de opinión.
—Basta, basta— lo calló, ruborizada y olvidando el porqué estaba ahí en primer lugar. —No te atrevas a decir una palabra.
—¿O que?— James preguntó retador. En realidad, tenía un plan en mente. —¿Que me darás a cambio si no le digo? Es mi mejor amigo, sabes, nos contamos todo.
Gigi frunció el ceño. No estaba dispuesta a dejarse chantajear por James Potter, era demasiado orgullosa para ello...
—¿Sabes que? Dile si quieres, no te creerá— se encogió de hombros, desinteresadamente. —Pero si lo hace, de todas formas ya piensa que todas las chicas están enamoradas de él.
James rodó los ojos, exasperado. Esa chica lo irritaba en serio.
—Espera— la detuvo en su intento por terminar ahí la conversación. —, no soy tan malo como piensas. De hecho, se me ocurrió un plan que podría beneficiarnos a ambos, ¿Te interesa?— fue directo al punto.
Gigi dudó, pero, ¿Que demonios? Tenía curiosidad.
—Te escucho— alargó la palabra, desconfiada.
—Te gusta Sirius, a mi me gusta Lily. Nos ayudamos mutuamente. Es bastante simple— James tenía la esperanza de que con su ayuda conquistar a la pelirroja sería pan comido.
A Gigi no pareció desagradarle la idea. James era mejor amigo de Sirius después de todo, lo conocía más que nadie y podría influir en la manera en la que él chico la veía, los acercaría de nuevo... Pero con Lily, que su amiga le diera una oportunidad a James no sería tarea fácil.
—¿Y como se supone que te ayudaré? Lily te odia, hasta más que yo.
—Auch. Ella no me odia— insistió él con obviedad. —Solo no me conoce aún. Y tú te encargarás de que lo haga.
—Debe haber algo que no hayas intentado aún para convencer a Lily de salir contigo. Piensa.
Ambos meditaron en el asunto.
—Bueno, si hay algo— a James se le ocurrió una nueva estrategia, pero dudaba de su factibilidad. —Celos.
—Si, eso podría funcionar— a él le sorprendió que por primera vez estuvieran de acuerdo en algo. —Las chicas podemos ser muy celosas. Lily sabe que te tiene ahí para ella, pero en el momento en que vea que le das atención a alguien más, correrá directo a ti. No le gustara que dejes de estar detrás de ella como un cachorro perdido. Ahora solo debemos buscar una chica lo suficientemente loca para que pretenda ser tu novia.
—No debemos buscar. La tengo en frente mío— canturreó James, levantando las cejas provocativamente.
—¿Que? ¿Yo?— Gigi frunció el rostro, ni en un millón de años pretendería estar enamorada de James Potter. —No parecerá real, sabe lo que pienso sobre ti— rechazó por completo esa opción.
—Por eso es mejor. Si tú, que no tienes una buena opinión sobre mi de pronto cambias de parecer y te das cuenta que soy el chico más atractivo y bueno de Hogwarts, Lily lo hará también— enumeró las razones por las que parecía ser el plan perfecto.
Gigi aceptó su lógica, pero no le daría la razón tan fácilmente.
—¿Y cómo se supone que salir contigo me ayudará con Sirius?— se cruzó de brazos y lo miró con esa expresión de petulancia que tanto irritaba a James.
Él rodó los ojos.
—Es lo mismo con Sirius. Mágicamente se dará cuenta de que te extraña y te querrá de vuelta, los chicos amamos lo que no podemos tener. Verá que ya no estás disponible para él y eso le enfurecerá, aún más si es con su mejor y más ardiente amigo.
Gigi resopló, ¿Por qué siempre tenía que ser tan arrogante? Pero, que demonios, su lógica podría funcionar. Solo esperaba no arrepentirse...
—Bien. Es un trato, Potter— cerraron el acuerdo con un apretón de manos.
