CAPÍTULO 9

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Cristian soltó un pequeño gemido cuando sintió, de nuevo, aquel roce en su entrepierna. No estaba seguro de lo que estaba pasando, pero tenía demasiado sueño, no quería abrir los ojos.

O al menos, así fue hasta que distinguió un gemido más... que no era suyo.

Abrió los ojos en el momento preciso que todos los recuerdos de la noche anterior se desbordaron en su mente como una avalancha. Se sobresaltó un poco, abriendo los ojos de golpe y encontrándose con la cabellera negra de Heungmin recostada en su pecho cómodamente.

Movió las piernas un poco, notando de inmediato la razón de sus gemidos y los de Heungmin: ambos tenían las piernas enredadas con las del otro, por lo que era de esperarse que sus entrepiernas quedasen juntas y frotándose constantemente entre sí.

No le tomó demasiado darse cuenta de que no podía moverse, pues los brazos de Heungmin estaban fuertemente aferrados alrededor de su cintura dejándole inmóvil.

Cerró los ojos con fuerza intentando plantearse una idea de lo que le diría a Heungmin y cómo este podría reaccionar ante la historia nada trágica que Cristian estaba deseando contarle, pues quería que Heungmin entendiese el porqué de su actitud de siempre y la de anoche.

No iba a ser algo fácil de contar, porque probablemente el mayor se reiría de él. Pero Heungmin le gustaba... y quería intentarlo con él. Por más que eso le costase el autocontrol deseando que con Heungmin no fuese únicamente algo sexual.

Sintió un par de cosquillas en el cuello y miró hacia abajo, encontrándose con que Heungmin parecía estar despertando, pues se movía inquieto, por lo que su cabello cosquilleaba en el cuello de Cristian, quien no pudo reprimir sus impulsos y acarició sus cabellos delicadamente.

Heungmin paseó sus manos por el abdomen de Cristian, poniéndole nervioso.

— ¿Heungmin?

Heungmin le miró en ese momento y Cristian temió que pudiese escuchar el inquieto y fuerte latido de su corazón, pues este se había agitado notablemente al ver la adorable cara de Heungmin recién despierto, con pequeños y hermosos ojos perezosos medio abiertos, sus labios exquisitos y rosas como siempre, más sus cabellos apuntando en todas las direcciones, dándole una apariencia más que preciosa.

— Buenos días, Cris — Heungmin murmuró, trepó hasta quedar sobre Cristian y le besó la mejilla. — ¿Cómo dormiste?

Cristian le miró estupefacto. ¿Acaso había olvidado lo que sucedió en la madrugada? Era cierto que deseaba que Heungmin recordase cada minucioso detalle como él lo hacía, pero, de cualquier modo, aún no sabía cómo lidiar con ello. Así que no tenía idea de qué hacer o qué decir.

— B-bien — se limitó a responder forzando una sonrisa. — ¿Y tú?

Heungmin rio sacudiendo sus hombros y confundiendo al menor.

— Hace un par de horas estabas: "Heungmin, me gusta el control", "Heungmin, cállate", "Heungmin, eres muy inquieto", "Heungmin, Heungmin, Heungmin..." — se burló el mayor enarcando una ceja. Cristian enrojeció por completo. Heungmin apoyó sus manos en el pecho de Cristian y, en estas, su cara — Es un poco inverosímil que ahora me hables como antes.

El menor se muerde el labio inferior. Debía admitir que se había estado armando de valor para contarle todo a Heungmin desde hace más de una semana, pero justo en ese momento ni una sola palabra era capaz de salir de su boca.

Pero parecía no ser necesario, pues, estando completamente hundido en sus pensamientos, lo único capaz de sacarle de allí fueron los tersos labios de Heungmin posándose sobre los suyos.

Heungmin se acomodó de modo que quedó sentado sobre el abdomen de Cristian y enredó sus dedos en el cabello creciente de la nuca del menor, quien se derritió instantáneamente ante el toque enlazando su lengua con la de Heungmin.

Romero se recostó contra la cabecera de la cama sentándose, haciendo deslizarse a Heungmin por su estómago hasta que su trasero cayó en su entrepierna. Se acomodó, moviendo sus caderas contra las del más alto, a lo que este no pudo evitar jadear en medio del beso apretando los ojos y apartando al mayor, quien le miró con los ojos anhelantes y brillosos con los labios hinchados y rojizos.

— No puedo... no puedo... — murmuró el castaño revolviéndose el cabello.

— ¿Qué no puedes? — inquirió Heungmin enarcando una ceja. Cristian dudó muchas veces antes de mirarlo, pero al final lo consiguió.

— No puedo hacer nada contigo hasta que sepas todo — confesó Cristian mordiéndose el labio inferior. Heungmin sonrió, comprensión brillaba en su mirada y Cristian tuvo que contenerse un infierno para no lanzársele encima en ese momento.

— Bueno... empieza — pide Heungmin acariciando levemente las clavículas del menor.

— Primero... siéntate en otro lugar, no puedo concentrarme si estás ahí — le hace saber Cristian señalando un lugar a su lado en la cama. Heungmin suelta una risita traviesa y se acomoda donde Cristian le ha pedido.

— Ahora empieza.

El menor se lamió los labios, ansioso.

— Soy un sátiro — soltó de golpe haciendo a Heungmin sobresaltarse.

— Eh... bien... supongo que...

— No he terminado — lo interrumpe. — La primera vez que tuve sexo fue a los dieciséis. Fue con una chica y fue... horrible — la mueca de asco que Cristian en ese momento hace reír a Heungmin. — No lo intenté hasta medio año después... pero esta vez fue con un chico. Él no quería dejarme ser el activo por mi falta de experiencia, pero me negaba a ser el pasivo, así que esa noche solo nos tocamos y no pasamos del sexo oral. A pesar de eso, fue una de las mejores noches de mi vida. Así que asumí que el problema eran las chicas — Cristian hace una pausa. — Entonces me eduqué en el tema del sexo homosexual y empecé a hacerlo con chicos... demasiado seguido. No podía estar un fin de semana sin estar entre las piernas de un chico... con el tiempo empeoró porque los chicos no eran suficiente para mí. Por más que me había traumatizado con el tema de las chicas, no pude resistirme. Empecé a hacerlo con chicos, chicas y con ambos al mismo tiempo. Llegué al punto de no poder pasar un día sin tener sexo. Mi resistencia se volvió aterradora... — Cristian hace una mueca de angustia.

» Podía hacerlo cinco veces seguidas incluso y a veces sentía que no quedaba satisfecho. Mi familia se dio cuenta... fue lo más vergonzoso que tuve que admitir ante ellos, pero en ese punto yo ya sabía hace mucho que tenía un problema de hipersexualidad. Así que fui a un tratamiento durante un año y medio. Para cuando salí tenía dieciocho, que fue cuando me fui de intercambio.

» Cuando llegué a América, me di cuenta de que llamaba mucho la atención, los chicos literalmente me caían por todos lados. Así que pensé que no era bueno para mi autocontrol si tenía la tentación cerca. Siempre he sido un chico un poco tímido y por eso me encerraba en mí mismo. Pareció funcionar porque nadie me prestaba atención... — el chico se cubre la cara con las manos — Hasta que tuve que volver al país, entonces a la universidad, donde tuve que entrar al equipo, y ahora todos están detrás de mí...

Cristian se calló de repente. Quizá una apresurada confesión después de una historia tan patética como aquella no era una buena idea... lo mejor esa esperar por la reacción de Heungmin.

Así que se volteó a mirarlo, encontrándose con los adorables ojos de Heungmin muy abiertos y perdidos en la nada, procesando la información recibida.

— Bueno... yo no sé qué decirte — admite Heungmin encogiéndose de hombros. — Lo único que puedo pensar es que no te va a servir de nada reprimirte sexualmente. Todo saldrá peor. Además, tienes las bases de tu tratamiento y las pautas a seguir, sabrás qué hacer cuando te sientas necesitado de sexo... como lo has hecho... todo este tiempo...

— Hay un problema más grande que ese — murmura Cristian mirándolo fijamente. Heungmin corresponde su mirada sonrojándose levemente.

— ¿Cuál es el problema? — pregunta el mayor moviéndose para volver a su posición anterior sobre el regazo del menor.

Cristian traga saliva desviando su mirada de los labios a los ojos del mayor en repetidas ocasiones.

— Que me gustas.

FALOFILIA; adaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora