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Tal y como Francia le había dicho a Fernando, ella había ido a ver a su madre en el receso, ella le había pedido que se quedara, pero ella se negó. Su padre llegaría pronto y ella no podría soportarlo, le costaba tragarse sus comentarios cada vez que este decía o alardeaba frente a ella, y sabía que no aguantaría mucho.
Ahora estaba en Italia, en un pequeño pueblo, lejos de los medios y de cualquier escándalo.
Francia estaba preparando un pastel de chocolate, a ella no se le daba muy bien la pastelería, apenas podía cocinarse para alimentarse y no morir de hambre.
— A ver... —leyó el libro que su madre le había regalado— Nunca he sido buena para las malditas medidas —se quejó y empezó a revolver.
Su celular comenzó a vibrar y ella se limpio las manos y contesto, era una video llamada de Alex, el hombre la había buscado después de la fiesta, pero esta había desaparecido.
— Hola, desaparecida —saludo el pelinegro con una sonrisa, pero la borro al ver la cara de la mujer toda manchada de chocolate y harina— ¿Qué carajos te paso? —pregunto entre risas.
