01 Mentiras y perdón

6 0 0
                                    

No me gustaba discutir y estar tanto tiempo sin hablar con mi madre, menos con personas que no pertenecían a nuestra familia y ni van a pertenecer. Sabía que a ella le dolía lo que a mi me dolía, sobre todo cuando me lastimaban, ella había vivido malas experiencias con mi padre, y yo era consciente que ella no quería que pasara lo mismo.

Así que decidí hacer lo mejor para mi, y después le pediría una disculpa a mi mamá, que seguro estaba más preocupada que enojada.

Tomé el celular y vi que tenía dos mensajes de Mateo, mi mejor amigo, novio y próximamente un mal capítulo en mi historia

Mateo

¿Cuánto tiempo más para hablar?

Si no fuera urgente, no te

insistiría tanto, vamos a vernos.

Por favor, Lili. Te quiero no lo
olvides y necesitamos hablar.

Lili:

Habla con tu culo, ya estoy harta.

¿Por qué Mateo?, no merezco esto y
lo sabes, eres un maldito. Tu sabes
lo que he pasado y te através hacer
esto.

Por si no te queda claro, YA NO
SOMOS NADA. Bye. Te odio.

En la tarde había ido a su escuela, que no quedaba lejos de la mía, aprovechando que salí temprano y la imagen que me encontré fue imaginable y la razón por la que había peleado con mi mamá. Él estaba coqueteando con una chica, era pelinegra, me rebasaba en estatura y era un poco más delgada que yo, pero tenía una muy bonita energía a pesar de que se veía muy selectiva y seria. No tenía problemas con ella, muy probablemente no sabía que tenía novia. Pero la forma en que el la miraba y sus modos me hicieron saber que no solo era una amiga, ni mucho menos algo de un rato, y eso fue lo que más me dolió, porque apostaba que conmigo no era así.

Mi mamá ya me había advertido que lo había visto el día anterior con otra persona, y me describió la misma imagen de esta tarde, solo que en escenarios diferentes. Y aunque no hubo contacto físico la manera en que se miraban era intensa.

Al principio me enojé con ella, claro no sabía que tenía razón, por desconfiar de esa manera de Mateo. Él había estado mucho tiempo aquí y nunca pensé que me fuera hacer algo así, ni mi mamá pensaría algo malo de él, tal vez esa tuvo que ser señal para creerle, pero mi cabeza me traicionó y me hizo pelear con ella.

Me dolía estar con ella enojada, después del divorcio con mi papá nos fuimos a un viaje a la playa, ahí nos hicimos más unidas y juramos siempre estar la una para la otra, sin importar las circunstancias. Y yo me prometí no dejarla sola, ni estar con un hombre como papá. Así que después de mentarle la madre en mi mente salí de mi cuarto para ir a la cocina.

Una vez en la pequeña cocina busqué sus galletas favoritas y un poco de fruta, las puse en un plato y agarre fuerzas para ir a su cuarto. Lo más difícil de cualquier tipo de relación era aceptar errores y pedir perdón, porque no salía muy bien o muy mal. Estaba nerviosa, y no solo por la disculpa, si no por lo que venía después. Contarle qué pasó con Mateo.

No quería pensar en él a menos que fuera estrictamente necesario, así que alejé esos pensamientos y empecé a tararear una canción. En otra situación me hubiera pasado a su cuarto como Juan en su casa, pero dadas las circunstancias preferí tocar.

-¿Puedo pasar?

-Sabes que no debes de pedir permiso-Me asoma y la vi recostada viendo su celular, que dejó a un lado cuando pase -.¿Qué pasó Lili?

Le dejé el plato en su cama y antes de hablar le di un repaso a su habitación. Era pequeña, pero suficiente, estaba pintada de color azul celeste y se sentía bien estar aquí, era cálida, olía a su veladora de coco que siempre ponía en su tocador.

-No es la primera vez que estás aquí, Lili. Dime ¿Qué pasa? ¿Y por qué tantas formalidades?- preguntó con su ceja enarcada.

-Perdón- Dije, por fin-. En serio perdóname por hablarte mal, poner en duda tu palabra y estar sin hablarte, no quiero estar enojada contigo.

Mientras hablaba me fui acercándome a ella y senté a su lado, extendiendo el plato.

-Es una ofrenda, ya sabes como esos sacrificios de los mayas para que sus deidades los perdonen...- Empecé a decir

-Alto- Me silencio mi madre con un tono firme y baje la mirada asustada que me echara de su cuarto-. En primer lugar, no bajes la cabeza, que enojarse no es un delito y siempre hay que buscar solucionarlo de la mejor manera, y en segunda estas perdonada, solo quiero lo mejor para ti, que no estés sola, pero tampoco mal acompañada.

Sabía a la perfección que mi mamá quería lo mejor para mi, para ambas. Yo no fui muy partícipe del divorcio, solo supe que mi padre la había engañado, pero sé que hay más. De todas formas tengo miedo de descubrir la verdad, y que la poca imagen buena que existe de mi papá dentro de mí se vaya. 

-Lo entiendo más- dije después de un rato en silencio-. Yo también quiero lo mejor para mi. Y tampoco quiero pasar lo mismo que tú.

A mi lado ella se tenso, pero me abrazó y me dio un beso en la frente. Siempre que hacía eso me sentía segura. Esperaba que nunca me faltara ese cariño de mi madre.

—¿Y qué pasó con Mateo?– pregunto después de un rato

Le conté lo que vi, y como me sentía. En ningún momento me juzgo, ni me reprocho nada, solo escucho y me dejó llorar. Aunque fue muy poco lo que lloré en ese momento comparado con lo que lloré en mi cuarto.

Hasta la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora