02 Amiga ❣

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Estaba cansada y triste, ayer no revise mi celular después del mensaje hacía Mateo, igual no respondió nada. Y como no, debía estar ocupado conquistando a la pelinegra. Hombres, malditos hombres.

Estaba tan distraída que no me fijé por donde iba hasta que choque con alguien, lo primero que vi fue un tatuaje de una calavera escondida en una mariposa. Se veía fea y me daba miedo. Levante la mirada para encontrarme con una mirada fría pero calculadora observando, esperando una disculpa. Y por miedo me apresure a hablar.

-Lo siento, no fue mi intención- dije intimidada, me sentía minúscula al lado de este hombre. Al menos hasta que sonrió de lado.

-No te preocupes, pero que no se repita.

Sacudí la cabeza a forma de despedida y me apresure a llegar al salón. A decir verdad estaba guapo, era alto, fornido, tenía el cabello corto, pero eso solo le hacía ver mejor. Rápidamente me deshice de esos pensamientos.

Odiar a los hombres, recuérdalo.

De repente un golpe fuerte en mi butaca me hizo dar un salto y soltar un grito

-Dios mío, Azul, casi me sacas el hijo- dije tratando de recuperar el aliento-. Era innecesario.

-Estabas pescando moscas, Lilia. Y no me voy a disculpar.

-Pues no te disculpes, pero no lo vuelvas hacer

-Lo haré siempre que no me respondas mis mensajes, ni mis llamadas- empezó a decir y sabía que se venía una bronca-. Si no fuera porque tu mamá me dice que estabas viva, ya estaría organizando un gran funeral para tu despedida.

-Lo siento, me dormí temprano- eso era mentira, me había pasado parte de la noche pensando en que le iba hacer a Mateo cuando lo viera, y la otra parte me la pase llorando.

-Eres una mentirosa de mierda Lilia. Tienes unas ojeras de muerte y una cara de que te esta llevando la que te gusta. Mejor dime ¿Qué pasó? ¿Qué te hizo Mateo?

Y ahí estaba la Azul observadora y que llevaba a una conclusión antes de que tu siquiera dijeras algo, pero eso no quería decir que no te escuchara. Sabía que no se iba a quedar quieta hasta que no le contara.

-Corte con Mateo, y antes que preguntes, me engaño- La rubia cambió rápidamente su mirada de una relajada y comprensiva a una de leona enjaulada, sabía que si lo pedía ella iría a cortarle los huevos-. Y lo corte por mensaje, no lo quiero ver ni en pintura.

-Maldito perro, jamás me imagine que te hiciera algo así- dijo sacando su celular de la mochila y tecleando rápido en él, seguro insultando hasta a su gato-. Pero me va escuchar el perro sarnoso, como se atreve.

-Ya lo sé. Lo peor es que al menos lo hubiera visto besándola, tal vez me hubiera dolido menos. Pero no lo vi hablándole, y con una mirada de que ella era lo mejor que le pudo pasar. Nunca me ha mirado así.

Se levantó y rodeó su asiento para abrazarme, mientras susurraba palabras de aliento. No me había equivocado de amiga. Se parecía mucho a mi mamá y ambas transmitían tranquilidad a pesar de que Azul era más intensa.

Estuvimos buen rato abrazadas, hasta que se pasó la gran idea de saltarnos la clase, y así lo hicimos, Nos fuimos al jardín que estaba por las canchas. Ella estaba acostada en mis piernas, mientras le pasaba los dedos por su cabello teñido.

Cada tres meses cambiaba de color de cabello, pero nunca colores fantasía. Yo prefería tenerlo de mi color natural y soso, castaño. Ambas éramos tan diferentes, pero tan iguales al mismo tiempo.

Ambas medimos 1.62, y aun que nos podía quedar la misma ropa a ella le relucía mas, tenia mas curvas que yo. Mi color de piel era pálido, mientras ella era más bronceada, ambas teníamos los ojos cafés. A ella le gustaba las películas de terror y misterio, mientras yo prefería un romance vainilla o una buena película de Disney que me hiciera sentir que algún día tendría mi buen final.

De fondo se escuchaba Saturno de Pablo Alborán, y a pesar de que estábamos evitando canciones tristes ya era tarde cuando empecé a llorar. Me rompió saber que él no era el hombre y yo ya me imaginaba toda una vida con él. Y a pesar de que el no sabia que tan serio era para mi eso de una vida juntos, si me dolió pensar que él no lo considero en ningún momento.

En cuanto Azul se dio cuenta que había posibilidad de que mis mocos le cayeran en la cara se levantó y se sentó a mi lado, dándome mi espacio para desahogarme, pero siento a mi lado. Cuando me quedé sin más fuerzas para llorar me paso una botella de agua y una galletas. Cuanto la amaba.

No me sentía bien para volver a clases así que decidimos irnos a mi casa, a parte de que me veía fatal.

Cuando estaba en el pasillo principal a lo lejos sentí una mirada sobre mi, y al levantar la vista vi al pelinegro de la mañana sonriendo en mi dirección y asintiendo la cabeza a forma de saludo, le sonreí de vuelta y lo saludé con la mano. Me sentía sonrojada e intimidada por la atención que un hombre hacía a mi. Por supuesto mi amiga no se perdió el gesto y frunció el ceño, pero fue demasiado amable para no mencionarlo, al menos por ahora.

Cuando llegamos a casa nos hicimos el almuerzo, comimos, mientras hablábamos de cosas sin relevancia o chismes que no nos involucran. Después preparamos una botana y nos pusimos a ver una película de terror que me tenía asustada lo suficiente para no pensar en nada más. Azul se burlaba de mi cada que brincaba del susto y me tapaba la cara para no ver.

Ya había pasado buen tiempo desde que volvimos a casa, cuando tocaron la puerta. Por un momento pensé que era mi mamá, pero ella no olvidaba sus llaves o en su defecto llevaba unas repuesto. Así que con mas ganas de matarme que nada me pare abrir, y la persona que estaba afuera era la última que quería ver. Mateo.

Hasta la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora