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Una vez que tocó el nivel del suelo, JiMin casi salió corriendo. Por el contrario, él caminó rápidamente hacia su vehiculo. Al ver que sus manos comenzaron a temblar de nuevo, JiMin trató de pensar cosas pacíficas. Recordando lo que su terapeuta le dijo que hiciera en situaciones estresantes, respiró profundamente.

En el momento en que dejó de temblar, encendió el motor y se dirigió hacia su hogar

Vivía en un modesto estudio en el centro de la ciudad, en un vecindario moderadamente seguro. Los niños jugaban al fútbol en la acera frente a su edificio, mientras el teléfono de alguien transmitía música.

Estacionando en la acera, JiMin pudo respirar un poco con facilidad. Uno o dos jóvenes lo saludaron y él les devolvió el saludo.

Si retrocedía en el tiempo cinco años, no podía imaginar ganar lo suficiente para vivir en un lugar como este. Algunas personas no considerarían este paraíso, pero viniendo de una pequeña casa sobre ruedas que siempre olía a hierba y cocaína, esta era una verdadera casa.

Decidiendo que necesitaba algo de ejercicio, subió las escaleras a su departamento en el tercer piso.

Su lugar parecía modesto en comparación con los muebles en el apartamento de JiSung y YoonGi, pero tenía todos los elementos básicos. JiMin cerró la puerta principal detrás de él y colocó los cerrojos, los cinco.

Para ser justos, el crimen era relativamente bajo en su vecindario, pero algunos hábitos eran difíciles de que murieran.

Decidiendo que una ducha ayudaría a despejar su cabeza, JiMin se quitó la ropa y empujó su cabeza bajo el agua fría.

Estúpido YoonGi por hacerlo enojar tanto, lo bastante enojado que revelaba verdades sobre sí mismo que prefería enterrar.

—Somos iguales... ¿Qué demonios significa eso? —Él murmuró, apoyándose contra la pared

Dejó que el agua corriera por su rostro y su cuerpo. Por reflejo, tocó las cicatrices. No había nada que él pudiera hacer para cambiar esa desastrosa reunión. JiMin debería seguir y pensar en otras cosas.

La ducha no le hizo mucho bien. Hundiéndose en su cama, JiMin miró alrededor de su espacio. Durante cuatro años, había vivido en ese lugar y aún no colgaba nada en las paredes.

No había afiches o fotografías, ni rastro de la personalidad de la persona que vivía allí.

Si JiMin echaba un vistazo debajo de su cama, su mochila de emergencia estaría allí, llena de ropa básica, identificación falsa y dinero en efectivo.

A pesar de todo, todavía vivía así, esperando que todo lo que había construido a lo largo de los años se viniera abajo.

Mingyu, el Alfa al que lo regalaron sus padres, vivía a miles de kilómetros de distancia. 

La pura y tonta suerte favoreció a JiMin ese día, cuando otro Omega sustituto se perdió en un área desconocida y lo encontró, sangrando en un contenedor de basura como basura desechada.

Escalofríos treparon por sus brazos. JiMin se frotó la piel de gallina que le subía a la superficie de la piel.

—¿Cómo podemos tú y yo ser iguales? —JiMin murmuró en voz alta por frustración.

No debería importarle, pero YoonGi al decir estas palabras desencadenó su curiosidad.

¿El Alfa tenía un pasado sombrío, uno que no compartía con JiSung? 

—Regla número dos —dijo JiMin en voz baja. —Nunca te involucres.

Ese era el dicho favorito de SeokJin. 

Substitule Omega | YMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora