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Sangre derramé, con mis manos que impunes quedaron. Ante aquellos de ojos inocentes, la salvadora fuí; ante aquellos de ingenuo corazón, la asesina no fui; ante aquellos que pecan de dóciles, yo soy la heroína.
De sus miradas ignorantes, que se vendaron con murallas de naturaleza tiránica, no había salvación; yo, que peco de despierta en una ilusión amansante, era víctima de su idolatría.
Para aquellos que viven bajo el lecho de la calidez de la mentira: soy la mala. Para aquellos que se alzan en la pila de hojas de historia manchadas por la sangre inocente: soy la mala.
De todos vosotros, idólatras y liberales, la peor soy yo, que creo en vosotros y en vuestras endulzantes palabras carentes de genuinidad.
Vosotros, que enaltecéis las figuras que romantizan la violencia, cerrad la boca y dejad de llenar los oídos de tantas falacias a los críos.
Venid, entonces, alabad a la asesina que tenéis de frente, enalteced la imagen de la crueldad y de la frivolidad.
Que de mi nublada mente se emita el veredicto final de vuestra sentencia en esta vida. Vosotros, que habéis pecado de blasfemos ante el título de "héroe" sed testigos de mi "heroicidad".
Entonces, levanté mi espada y la blandí con gracia una vez más ante las oscuras sombras que maldecían mi nombre.
[~X-X-X~]
Siento como mi cabeza da vueltas; este dolor, que no sólo se limita a mi cabeza, sino que abraza por completo a todo mi ser es peor que cualquier cosa que haya podido experimentar en toda mi desgraciada vida.
Fruncí mis cejas ante tal repentino sentir, mi cuerpo se retorció, pero contrario a ser una buena señal, el dolor me golpeó con aún más fuerza que cuando recobré mi conciencia. Por si no fuera poco, una fría brisa acaricio todo mi torso, me faltaba la camisa.
Para mi suerte, no sentí nada en mi parte inferior, y por lo que podía sentir, además del dolor, aún traía mi pantalón.
Gracias al cielo, aún no se han aprovechado de mi inocencia.
Súbitamente, el dolor regreso, y con él, todo el alivio que sentí en un momento desapareció de golpe y de manera casi instantánea.
Por lo que desistí en mi intento de moverme y abrí mis ojos de golpe.
—Agh... Mucha... Luz... — Y los cerré en ese mismo momento. Apreté mis parpados con fuerza, no pude distinguir nada debido a un poderoso destello que nubló mi vista.
—Oh, despertaste — Dijo una tenue voz en un tono más bajo que el que de por sí la persona a la que le pertenecía dicha voz tenía.
—Sí, sí, ya despertó el bello durmiente... ahora, ¿puedes cerrar las cortinas, por favor, princesa? Mis ojos no se abrirán hasta que la luz no se haya ido — Renegué, envolviéndome y cubriéndome con las sábanas de la cama en la que estaba reposando.
—¡Hum! ¡No es momento para bromas, Bell-san!, Loki-sama me ordenó que te enviara con ella ni bien despertases, ¡así que levántate! — Sus gritos de molestia eran ignorados por mis orejas, mientras yo trataba de conciliar el sueño una vez más.
Tal parece que la señorita Lefiya también está aquí.
Aunque, ciertamente, la elfa que intenta desprenderme de mis cobijas me parece más que hermosa, no puedo evitar molestarme ante su actitud infantil, irónico, tal vez. Pero Lefiya-san y yo no tenemos tantos años de diferencia, creo que apenas y son dos o uno; como sea, no dejaré que ella sea la que tenga la dicha de levantarme de la comodidad del colchón.
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"¿Está mal buscar el camino de un héroe en un cuento para niños?"
RomanceUn joven de pelo blanco y ojos rojos llegó a una ciudad que era conocida por muchos apodos, entre ellos, "La Ciudad De Los Héroes", Orario. El joven llegó a dicha ciudad con el propósito de convertirse en un héroe como los de los cuentos de antaño. ...