El hada de las flores

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Las flores no siempre brotan simultáneamente. Hay flores primaverales, de verano, de floración tardía. La vegetación es caprichosa para florecer; la humedad, la temperatura, la luz. Los humanos creen que los factores perceptibles son los detonantes de la floración. Están tan equivocados... Las flores son el capricho del hada que las custodia.

Le gusta permanecer escondida. Lejos de las miradas de curiosos. Los humanos la increparían recelosos de su codicia. Pues el hada de las flores no bendice a las plantas con un don de colores y perfumes; las permite. El hada controla y discrimina quién sí y quién no. Tan solo consiente fugaces momentos de alegría, pues las flores son su rebaño y desea multiplicarlas. El resto del tiempo las consume, atesorando su belleza con la satisfacción del avaro que controla tan espléndido monopolio.

¿Qué monstruo tan espantoso es aquél que consciente de su semblante, se esconde displicente, haciendo del mundo un lugar más horrendo? Sus atrofiadas extremidades se prolongan angulosas como la proyección de las sombras en las paredes. Sus dedos, manipulan los tiernos capullos florales, como el usurero cuenta las monedas de su tesorería. Sus ojos vidriosos riegan de sustento mínimo a las deseosas y fértiles candidatas. Pero junto con sus lágrimas, excreciones saladas maldicen a las flores y pierden su capacidad de florecer.

Negando la belleza al mundo, su propia forma se vuelve más aceptable. Un monstruo no tan feo en un mundo no tan bello.

Algunos humanos desdichados, han podido ver al hada de las flores. Su terror fue tan temible que murieron aterrados. Todo aquél que muriera con un rostro desfigurado por el dolor o el sufrimiento, recibe la recompensa de la floración en su tumba. El hada recompensa a los desgraciados.

¿Fue siempre así?

No, hubo un tiempo en el jardín del Edén, que todo estaba cubierto de flores. Nadie detenía la floración, nada era marchito. El hada esculpía con canciones, formas y colores. El jardín era infinito y la belleza irrepetible.

Una tarde, hubo una flor que pidió permiso al hada para cumplir con un propósito nuevo. Ofrecer un fruto. El hada se negó. Un fruto era disonante con la perfección del Edén.

Entonces aparecieron los primeros humanos y desearon saciarse con los frutos del Edén. El hada se oponía.

-"Te cortaremos las alas y te sepultamos con piedras".

Y el hada se opuso.

-"Te acuchillaremos y sangrarás sobre tu propio jardín"

Y su sangre brotó y crecieron bosques y altares.

-"Caerán tormentas sobre ti y no verás las flores"

Y contestó:

"Vosotros moriréis. No veréis nada".

Desde entonces las flores son invisibles. Solamente el hada de las flores puede permitir que no lo sean.

Cada flor es un capricho.Cada tumba; un jardín.

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⏰ Última actualización: Jun 30, 2023 ⏰

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