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Anya había pasado los últimos tres días encerrada en su habitación, aunque podía sentir el frío de la ausencia de su padre, no podía decir que estaba en completa soledad, ya que todos los artefactos mágicos la habían estado haciendo compañía. Pasaba el tiempo hablando de comida con el reloj Emile, disfrutaba de hablar acerca de las estrellas con el candelabro Ewen, era orientada por el señor Henderson acerca de los modales y costumbres de una dama, pero en especial disfrutaba de la compañía de la tetera Yor, que le gustaba escucharla y aconsejarla en muchos diferentes aspectos.

- Hoy el clima está un poco nublado para salir, aunque podríamos dar una vuelta por el castillo si lo desearas- exclamó la tetera con una sonrisa.

Ella intentó responderla, pero no pudo disimular su mueca. Le desagradaba la idea de encontrarse con la bestia, era obvio para todos que él no era de su agrado, aunque sabía que tarde o temprano volvería a verlo.

- Tal vez podríamos dar una vuelta por los pasillos, este lugar es muy grande.

Yor asintió entusiasmada, encantaba con la idea de que cada vez, Anya se sentía más cómoda con ellos- claro que sí, permite guiarte -saltando hasta la esquina de la habitación, halo una cuerda, luego el golpe de la puerta siendo abierta dejó ver cómo un reposapiés color blanco entraba animadamente corriendo por todo lado jugueteando, intentando ser controlado por Yuri que lo montaba. La pelirosa se rio encantada, esa actitud le recordaba a ¿un perro?

- Contrólate animal y obedece -exclamó la pequeña tetera exasperada, luego llegó Yor al rescate haciendo que el reposapiés se calmara.

- Él es Bond, está contento de conocerte.

- Yo igual -dijo agachándose, intentando acariciarlo, ¿lo estaría haciendo bien? Unos ladridos fueron la confirmación que necesitaba.

- ¡Entonces andando! Te encantará la galería de arte.

- O el comedor lleno de platos finos.

- Tal vez la sala de estar.

- Mejor la de la chimenea.

- Te encantará el museo.

- Y en la cocina ya hay comida.

Sonrió, todos eran tan amables con ella a pesar de que era una prisionera. Aunque tan bien debía ser precavida, papá le enseñó eso, pero por más que buscara algunas otras intenciones todo se veía genuino. No queriendo ser irrespetuosa, no había vuelto a preguntar acerca del encantamiento que tenían todas estas personas, sin embargo, al escuchar sus pensamientos, algo que aún no podía controlar del todo, sabía que la bestia tenía que ver con ello. ¿Por eso intentaban que se llevará bien con él?

En algún punto del camino, Emile y Ewen se les habían unido, describiendo cada artefacto que decoraban las salas, contándole los hechos históricos de ciertos objetos...

- Otro ejemplo del barroco neoclásico tardío y, como suelo decir, lo que es barroco no está roto -Emile río de su propio chiste, mientras Ewen ponía los ojos en blanco.

- No aburras a nuestra invitada, ¿a quién le interesa el barroco?

- A gente con cultura, algo de lo que tú careces -reprochó el reloj.

- ¿Así? -dijo indignado en candelabro antes de lanzársele al ataque.

- Oigan ya dejen de pelear -los regaño Yor antes de dirigirse hacia Anya- querida te gustaría... ¡¿Anya?!

- ¡En las escaleras va hacia...!

La pelirosa iba en la mitad de las escaleras, hasta que apareció Emile y Ewen deteniéndola- ¿qué hay ahí arriba?

- ¿Ahí? Nada.

- No hay nada interesante, solo hay polvo, ¡qué aburrido! -rio el artefacto nervioso- ¿Verdad?

Ella no puede ir allí.

Eso despertó la curiosidad de Anya- ¡Ah, con que esa es el ala oeste! Me pregunto qué esconde.

- ¡Nada! El je-jefe no oculta nada.

- Entonces no está prohibida -dijo continuando subiendo hasta que volvió a ser detenida.

- ¿Quizás quieras ver otro lugar?, algo más entretenido como...

- ¿La biblioteca? -murmuro Emile nervioso, intentando buscar alguna excusa.

- ¿Tienen biblioteca? -eso pareció llamar la atención de la muchacha, lo que les emocionó.

- ¡Si! Con libros y todo lo de una biblioteca- dijo Ewen mientras giraba de dirección- ¡vamos!

- Yo la llevaré, es obvio que no sabes dónde está.

- ¿Cómo no voy a saber dónde está? ¡Reloj anticuado!

Mientras ellos volvían a discutir, Anya aprovecho esa distracción para subir corriendo a aquella zona. Examinó cómo esta era más oscura y descuidada, era obvio que no era tan habitada y estaba rodeado de varios objetos destruidos. Siguiendo aquel extenso pasillo sombrío, llegó a una puerta alta e imponente, curiosa decidió abrir e ingresar silenciosamente, la habitación era un desastre total, dejándola por completo asombrada, ¿había pasado un tornado por aquí?

Con cuidado, paso por encima de los vidrios quebrados y las telas rotas, hasta que tropezó y cayó encima de una estructura dura. Se enderezó haciendo una mueca mientras miraba el aquel marco, notando lo poco que quedaba de aquella imagen de un muchacho. Era de tez blanca, con rasgos definidos y un cabello castaño oliva hasta el cuello, también con ojos grandes casi dorados, acompañados de espesas pestañas... ¿Quién era él?

Luego un intenso brillo color rosa llamó su atención, pasando por un gran ventanal que llevaba hacia el balcón, encontró una mesa que sostenía una bellísima rosa, flotando protegida en una urna de cristal, dando vida aquella oscuridad. Hipnotizada, decidió retirar la urna para poder verla más detalladamente, notando como varios pétalos ya se habían caído, extendiendo los dedos, intentó tomarla... pero luego apareció una enorme sombra, haciéndola soltar un jadeo.

La bestia saltó en su dirección, haciéndola retroceder al instante, pero él no iba por ella, fue  a tomar rápidamente la urna y protegió la rosa con ella. Después de un momento de silencio, se volteó propinándole una mirada letal y lanzó un terrible rugido.

- ¡¿Qué estás haciendo aquí?! -gritó histérico- ¡¿te das cuenta de lo que podías haber hecho?! -siguió rugiendo con rabia. Anya se quedó muda de espanto y al ver su terrorífico aspecto, huyó despavorida.

- ¡Aunque lo he prometido, no puedo quedarme aquí ni un minuto más! -dijo mientras corría hasta puertas del castillo, allí encontró a su caballo, fiel a su espera.

Sin importarle la fuerte nevada, subió a su lomo y galoparon en la fría noche a través del bosque.

La Bella y la BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora