Capítulo trece
Efectivamente todo es mío.
Aún sigo procesando lo que ha pasado y sinceramente no sé que es lo que voy a preguntar con respecto a eso.
¿Por qué lo hizo?
¿Con qué intensión?
—Estás lista, Laura — la señora Leprince termina poniéndome el camisón manga larga de seda después de mis pantalones y quita la toalla de mi cabeza dejando que mi pelo se seque al natural —el doctor ya debe estar abajo, así que lo haré pasar junto al señor Mason —me empuja ligeramente en la cama —tu acuéstate que más tarde te traeré una sopita y cosas que puedan ayudarte a estar mejor —sonríe para mí y se da media vuelta para seguir su camino y dejarme en la soledad del inmenso cuarto.
Llevo mis ojos a un punto fijo en la pared de color blanca y justo antes de poder cerrarlos para evitar darle más trabajo a mi cabeza escucho la puerta abrirse.
—Perdone mi demora, traté de llegar lo más rápido que pude —entra un chico moreno con lentes y cabello corto, por su bata blanca automáticamente me doy cuenta de lo que es y doy un largo suspiro.
Pensé que vendría un viejo de cincuenta años, pero se me olvidaba que está gente aquí no es normal.
La mayoría parecen sacados de películas.
—Lo importante es que la trates de manera rápida —Mason masculla detrás de él y mi visión se topa con la suya haciendo estremecer mi cuerpo.
Cruza sus brazos volviendolos más notorios y a cierta distancia observa cada movimiento que hace el médico cerca de mí. Su ropa mojada ahora ha sido reemplazada por un buzo negro holgado y unos deportivos del mismo estilo que le hacen dar un aspecto de chico malo sacado de película si no fuera por sus pies descalzos.
Tampoco creo que haya necesidad de usar algo aquí adentro, literal todo está limpio.
—Inyección lista. Creo que con que le administre estas medicinas y pastillas cada ocho horas —el doctor se levanta de donde estoy haciendo que lo vea extrañada, ya que ni siquiera note lo que me hacía y le da a él un par de frascos con medicamentos —estará bien. Ah, también debe comer después de que se levante, —me señala mientras habla con Mason —ahorita lo que hará la inyección será dejarla dormida y ayudar a combatir la fiebre en su cuerpo.
—¿Y esto cómo por qué se dio? —el chico de cara pecosa deja de tener su atención en mí y se gira al profesional de la salud —no entiendo, si ella estaba bien en la mañana.
—Si lo que me contó es cierto, supongo que ha de ser el cambio de clima que ha tenido, a parte de que el estrés que el cuerpo sobrelleva a un cambio de hábito no es para ignorar, y si le sumamos el que hoy no haya comido bien...
—Entiendo. Tendré más cuidado la próxima vez para que esto no suceda.
—Bueno, A...
Lo corta —Señor Mason, recuerdelo —lo señala y este asiente con una sonrisa nerviosa.
Ya ni siquiera voy a preguntar sobre ese cambio brusco misterioso.
—Señor Mason, mi trabajo aquí ha terminado. Cualquier otra emergencia estaré totalmente disponible para usted —y con esto el doctor deja la habitación haciendo que un silencio nos envuelva tanto a mí como a él.
¿Y ahora qué?
Me remuevo al sentir mi cuerpo agotado y paso las sábanas hasta mi cintura para cubrirme los pies del frío de la casa, regreso a Mason quien no se ha movido ni un centímetro y aplasto los labios.
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Operación D ©
Loup-garou"Para investigar un suceso en un lugar tan pequeño primero debes ganarte la confianza de las personas que residen ahí, de lo contrario nunca sabrás nada de aquel sitio". Ese fue uno de los consejos que me dio el coronel Marshall mientras giñaba haci...