Cap.26=Espiando

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Capítulo veintiséis
Molly

¿En dónde se habrá metido? 

Observo la pantalla gigante en frente de mí con una película a la que no le he prestado el más mínimo interés mientras dejo que mis manos en modo automático lleven palomitas de maíz a mi boca.

En todo lo que puedo pensar ahora es en Mason.

Sus besos, sus caricias, en como terminamos dejando la cama vuelta un desastre.

Sonrío sin poder evitarlo y cierro los ojos por un segundo al recordar esto último, aunque la sonrisa me dura poco cuando recuerdo los altercados con mujeres que dicho individuo ha tenido y que le he conocido.

No deberías hacerte falsas esperanzas, Molly.

Solamente fue una tarde para liberar el estrés entre los dos, pero solo eso, no hay nada más y tampoco puedes hacerte la idea de que tu coronel sea tu amigo solo por acostarse contigo.

Eso jamás funciona de esa manera.

¡Ah!

Sacudo mi cabeza dejando los malos pensamientos de lado y me levanto sin pensarlo haciendo que tanto mi jefa como Spirit se levanten conmigo a la par. 

Les lanzo una mirada cuestionante a ambas por el gesto y la primera en decir algo es la tía de las tres mosqueteras. —Tengo que ir al baño, por eso me levanté —dice rápidamente antes de desaparecer del enorme salón y me giro hacia Spirit quien vuelve a su lugar tan campante. 

—Yo solo quería ir a buscar algo de comer, pero mejor me quedo y espero a que las dos regresen, —toca su barriga con la mano derecha —si sigo así solo me va a doler la panza después y no te voy a dejar dormir cuando vuelvas al dormitorio. —me da una mirada de reojo y aplasto los labios sin decir ni una sola palabra, ya que tiene razón. 

En algún momento de mi estancia tendré que volver con ellas, no toda la vida voy a estar enferma; además, yo vine por una tarea y no he recolectado nada de información en estos días que han pasado. 

¿Qué mierda se supone que le voy a contar a mi jefe?

No, lo que pasa es que me la pase acostándome con el mayor y no tuve tiempo de saber nada...

Yo creo que digo eso y directamente dejo de tener empleo. 

Dejo que mis pies me saquen de la sala de cine y me encamino directo a la habitación solo para ver si nuevamente yace en ese lugar, aunque de solo pensarlo hace que mi corazón se acelere cual niña con las hormonas revolucionadas. 

Tengo que dejar de ponerme así. Entre él y yo solo hay sexo y nada más. 

Sexo, muy buen sexo... Pero nada más. 

Sacudo la cabeza al escuchar la voz de mi supuesto jefe y detengo mi andar para pegarme a la pared del ancho pasillo antes de llegar a las escaleras, poco a poco avanzo hasta confirmar que ambos están al pie de la misma y regreso a mi posición de espía para oír lo que están hablando. 

—Leprince, no puedes alejarte. Si él se llega a dar cuenta de que a ella le pasa algo por el error de dejarla un segundo nos va a castigar —¿eh? ¿de quién se supone que están hablando? —ya sabes como es Antonio, quizá nos deje pasar algunas cosas, pero cuando nos da una orden como alpha y sucede algo que no quiere que pase, los responsables somos nosotros...

¿Alpha? 

¿A qué se refiere con alpha?

¿Antonio?

¿No se supone que Antonio es él? 

Aquí hay algo que no me gusta ya. Hay cosas de las que hablan que no me están cuadrando y acciones bastante raras por parte de todos. 

Operación D ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora