enchanted

nineteen

jodida mierda.

louis tenía entre sus manos esa carta de la universidad.

lo único que lo detenía de abrir el sobre era el saber que estaba a punto de comprobar si sus sueños se realizarán realidad o si tendrá que conformarse con una de las otras universidades de respaldo en que lo han aceptado en cuanto ha hecho la solicitud.

caltech era su sueño.

sus esfuerzos se han ido totalmente a poder entrar al programa que desea en la universidad que desea, por lo cual justo ahora se rehúsa a entrar a su casa con el sobre en sus manos.

conoce que sus padres lo llenarán de preguntas que lo harán querer romper su cabeza contra la pared o posiblemente sus hermanos menores lograran robar el sobre de sus manos y así arruinar la sorpresa.

quiere que este sea su momento.

un momento privado, o más bien alejado de su familia.

él sabía a dónde quería ir.

sabía dónde quería abrir ese sobre.

sabía donde se sentía seguro.

donde podía simplemente llorar si lo necesitaba o recibir felicitaciones.

suspiró.

⛅️⛅️⛅️

harry mantenía su mente ocupada en cualquier mierda que pudiese encontrar en su casa.

¿ese extraño anaquel lleno de figurillas necesitaba limpiarse?

harry ya no había hecho tres veces.

¿necesitaban jugo fresco en las mañanas?

harry claramente ya lo estaba preparando.

¿sería una mala idea adoptar un hurón?

en fin.

la cabeza de harry estaba ocupada por cualquier cosa.

todo con tal de no pensar en louis.

todo con tal de no ir corriendo hacia el hogar de louis y rogarle por una oportunidad.

quería darle espacio.

quería que las cosas regresaran a la normalidad de una buena vez.

esta vez no se equivocaría.

esta vez sería lo mejor que pueda ser para merecer a louis.

solo quiere estar con louis.

la pañoleta en su cabello evitaba que sus rizos se acercaran a su rostro, sus manos estaban cubiertas por un par de guantes de hule amarillos y su vestimenta de adolescente normal estaba oculta detrás de un mandil de cocina con la divertida imagen de un pato tomando un baño.

se sentía ridículo, pero su día de aseo de la casa era algo que estaba tomando en serio.

además de que su madre le había prohibido inclusive acercarse a la sala donde estaban sus videojuegos.

un par de golpes suaves en su puerta llamaron su atención.

era tarde y admite que es escalofriante considerar que algún alma en pena se encuentra en la calle en ese momento.

frunció el ceño y se acercó a la puerta con una escoba en su mano, esto por si acaso se trataba de algún imbécil que quisiera robarle algo o lo que sea.

abrió la puerta y sus mejillas se tornaron rojas en cuanto vio ese par de ojos azules.

el omega frente a él se veía tímido y con ese característico aroma a malvaviscos con un toque picante.