My friend Ghosty

Prólogo

Desde tiempos inmemoriales, el concepto de lo sobrenatural ha capturado la imaginación humana, traspasando los límites y difiriendo de la realidad. Historias de seres que trascienden las leyes de la naturaleza, fantasmas que deambulan entre los seres vivientes y presencias invisibles que influyen en nuestras vidas han sido una constante en la sociedad. Pero, ¿qué sucede cuando lo inexplicable se vuelve parte de la cotidianidad? ¿Qué pasa cuando un ente, una presencia más allá de lo físico, se convierte en un amigo cercano, más real que cualquier otra relación humana?

La trama se adentra a un viaje a través de esa delgada línea entre la realidad y lo desconocido, una línea que un joven ha cruzado sin darse cuenta. Todo comenzó de manera inocente, como suelen comenzar estas historias. Un lugar que solía ser su refugio de tranquilidad, lleno de recuerdos, se convirtió en el escenario de un primer encuentro con lo inexplicable. Entre las flores favoritas de su madre, vio por primera vez una entidad fantasmal. Al principio, fue solo una figura más, una presencia que no parecía particularmente alarmante, era ver a un niño como él. Sin embargo, desde ese instante, el mundo de este chico cambió para siempre.

El encuentro inicial fue confuso y fugaz. Una flor caída, arrancada por una mano invisible, marcó el inicio de una relación que desafiaría toda lógica. Con el tiempo, Ghosty se convirtió en una figura recurrente en su vida. Apareciendo en momentos inesperados, cuando el silencio de la casa era roto por sonidos perturbadores. La presencia de ese ser se adentraba a su vida diaria, así como se volvió una constante que pocos podían entender, y menos aún, aceptar.

A pesar de todo, el joven se mantuvo firme en su convicción: Ghosty era su amigo, un amigo que, aunque incomprendido por los demás, sería incapaz de hacerle daño.

Esta historia es un llamado a lo sobrenatural, dejándonos ver que las fronteras de nuestra realidad no son tan claras como creemos.