Especial I: En mi mundo

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Desde mi mundo, todo es tan distinto. Muchos pueden creer que estoy loco o que soy un psicópata. ¿Por qué hacen tanto bullicio y apenas conociéndome?
Para muchos seré Ghosty. Para otros, un fantasma que deambula sin tener a donde ir y mucho menos regresar... no se equivocan. Mi hogar se encuentra en las memorias que otros tienen de mí. En cada recuerdo, por más pequeño que sea.

Mi vida dió un giro de 180° tras varios sucesos que me marcaron por completo. Desde ahí, todo cambió. Arrastrándome a un vacío constante y dejándome con dudas de si seguir avanzando en el camino que me queda. Supongo que son ese tipo de cosas que caracteriza a cualquier personaje tan magnífico como yo.

Y cuando les digo que todo cambió, es porque sé que nada volverá a ser como antes, y de ninguna manera buscaría que fuese así. Después de tantas cosas en las que me ví envuelto con el paso del tiempo, no busco volver al pasado.

Mi infancia fue una etapa compleja. Desde principio a fin no la viví en las peores instancias. A pesar de ello, me hubiese gustado vivirla de otra forma.

Aún puedo recordar ese y muchos días como si los hubiese vivido ayer. Tanto ruido que me agobiaba y momentos que me hacían querer desaparecer.

Y en ese entonces, mi vida comenzó a desmoronarse...

11 años atrás

—Ey, ___________, pásame ese lápiz.

—Ah, claro... —me agaché a tomar el lápiz, tan pronto como lo hice, se lo devolví a ese niño con vistosa sonrisa.

Al volver a mi sitio, escuchaba risas. A decir verdad, no quise tomarle importancia, pero con el pasar de los segundos, se volvió algo irritante para mí. No quería escuchar esas risas. Aunque no sabía si eran hacia mí, en lo más profundo de mi ser lo sentía. Me quemaban, haciéndome desear desaparecer. Y aunque intentaba ignorarlas, sabía que eran más fuertes que mis propios pensamientos. Podía sentir que, en cualquier momento, todo el salón estallaría a carcajadas dirigidas solo hacia mí.

A nada de acabar la clase que veíamos en ese momento, el timbre sonó, marcando inicio del receso. Fue en ese momento cuando noté que no podía levantarme de mi sitio, algo me detenía. Algo... pegajoso.

—Aún no puede levantarse. ¡Qué niño tan idiota!

—¿Te aseguraste de colocar el suficiente pegamento, no? —dijo otro niño, de voz mucho más irritante.

"Lo sabía, ¡sabía que nada de esto era una coincidencia!" no pude evitar pensarlo, aún aferrado a la tentativa de salir de la silla.

Llevaba tan solo 5 días estudiando en esa escuela. No era un niño que hablase demasiado. Es decir, hablar me fascina, pero en un lugar y ambiente que no me produce nada de tranquilidad es algo que se me dificulta. Sabía perfectamente que en un lugar como ese, la calma no llegaría en ningún momento.
Por ende, me las ingeniaba para sobrevivir en esa jungla. Aunque claro, trepar es algo que conlleva a la destreza y nunca antes había sentido interés por hacerlo.

A medida que pasaban los días, sentía sus ojos puestos en mí, fingía no notarlo. Del mismo modo que fingía no notar que ese odio que tenían hacia mí era debido a que soy un estudiante de intercambio recién llegado.

Como los profesores saben que aún se me dificulta el idioma, no me exigen tanto. ¿Para qué exigirle demasiado a un niño de 6 años? No es como que vaya a graduarme o ganar un certificado, aún tengo un gran futuro por delante y aprovecho al máximo mi tiempo, distrayéndome como cualquier otro niño de mi edad.

Siempre que salía de la escuela, me tomaba el tiempo de recorrer el camino de regreso con calma, detallando hasta lo más mínimo del paisaje en mi trayecto.

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⏰ Última actualización: Sep 29 ⏰

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