capitulo 33

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Estelle se acercó a mí y a Carlix y luego se levantó el dobladillo de la falda para saludarlo.

—L-lo siento, Su Alteza. Me di cuenta de su presencia hace un momento.

Estelle parecía un desastre. El cabello enredado, la cara y el delantal lleno de sangre y manchas luego de tratar a los pacientes.

Y, sin embargo, brilló más que cualquier otra dama.

Carlix ni siquiera parpadeó, miró a Estelle y abrió la boca como si acabara de recobrar el sentido.

—Hmph. Nunca esperé tal cortesía de los plebeyos, así que no tienes que…

¡No, bastardo! Ya olvidaste todo lo que te enseñé ayer.

—¡Cof cof!

Tosí con fuerza y detuve a Carlix de hablar.

Aparté la cabeza de Estelle y miré a Carlix en silencio.

“Déjate de tonterías. ¡Di algo agradable!

Cuando vio mi mirada desdeñosa, fue cuando Carlix se dio cuenta de lo que había hecho.

Dijo a toda prisa con una mirada que decía "ups".

—No tienes que preocuparte. Entré en silencio con el propósito de no molestarte.

Los grandes ojos de Estelle se abrieron. Carlix normalmente habría dicho algo sobre Estelle en momentos así, pero no lo hizo.

Estelle miró al extraño Carlix y preguntó:

—Pero, ¿qué lo trae por aquí?

—Mi padre elogió este lugar. Muchas personas de clase baja que no tenían dinero para recibir un tratamiento adecuado se salvaron gracias a esto. No podía creer lo bien que funcionaba, así que vine a verlo en persona.

El rostro de Estelle se coloreó de timidez provocada por sus inesperados cumplidos.

—Es por los invaluables sacerdotes y voluntarios que nos están ayudando.

—No tienes que darles crédito. Tú eres la que construyó este centro médico en medio de un barrio pobre en el que nadie estaba interesado.

Fue como dijo Carlix.

Cuando dijo que iba a construir un centro médico donde estuviera la gente más humilde, todos protestaron contra Estelle.

La tacharon de loca por querer construir un centro médico en el peor barrio bajo del Imperio. No había manera de que pudiera sobrevivir rodeado de gente que mataría por un pedazo de pan.

Incluso si apenas lograra operar, esas personas no tendrían ninguna gratitud por su buena voluntad.

La esposa del segundo protagonista masculino ennegrecidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora