Prólogo - Tiempo

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En medio de un paisaje nevado, la blancura se extendía hasta donde alcanzaba la vista, aunque estaba parcialmente oculta por una densa niebla que envolvía el entorno

El viento gélido soplaba, llevando consigo copos de nieve que se arremolinaban en el aire, creando una atmósfera inhóspita y misteriosa.

La tierra, cubierta por un manto de nieve espesa, parecía haber perdido toda vida y color bajo la influencia de la niebla.

Solo unos pocos árboles, apenas visibles entre la neblina, se alzaban en aquel lugar desolado.

S Sus ramas desnudas, cubiertas de escarcha, se curvaban bajo el peso del frío implacable, creando una imagen desolada en medio de la densa niebla. Eran testigos mudos de los rigores del invierno y de la lucha constante por sobrevivir en aquel violento clima nevado.

Entre las pocas personas que se atrevían a transitar por ese sitio envuelto en niebla, había un joven que caminaba con una espada en sus manos.

La espada, de color casi totalmente negro, parecía fundirse con las sombras que la niebla dibujaba a su alrededor.

Su hoja, apenas perceptible entre la bruma, reflejaba destellos tenues a través del hielo y la nieve. Aunque predominaba el oscuro metal, pequeños detalles en rojo resaltaban en la empuñadura y en la guarda, destacando en medio de la neblina que los rodeaba.

La espada, consciente del entorno inhóspito en el que se encontraban, envolvía al joven con una suave aura cálida, protegiéndolo del frío y la niebla que amenazaban con entorpecer su avance.

Mientras el joven avanzaba con determinación, su ropa desgastada, pero resistente, se aferraba a su cuerpo, ofreciendo cierta protección contra el gélido clima.

Su abrigo, una vez elegante, ahora mostraba remiendos y desgarrones, evidencia de las adversidades que había enfrentado.

Sus guantes y botas de cuero áspero también mostraban signos de uso prolongado y desgaste.

Sobre su cabeza, el gorro tejido a mano lo cubría, brindándole algo de resguardo contra la niebla que envolvía su entorno.

Con la combinación de estas prendas y el calor emanado por la espada, el joven lograba mantenerse relativamente cómodo en aquel ambiente hostil.

Pronto, la voz de la espada resonó en su mente.

"Acelera el paso. Necesitas alcanzarlos ahora"

Sin dudarlo, el joven aumentó la velocidad de sus pasos.

En cuestión de segundos, el joven emergió de la neblina y se encontró cara a cara con un grupo de bárbaros.

Su presencia era intimidante, vestidos con pieles de animales, estaban armados con hachas y lanzas.

En medio de ellos, un niño pequeño, tembloroso y asustado, se aferraba a las piernas de uno de los bárbaros.

"¿Qué quieres?"

Dijo uno de los bárbaros que parecía ser más el más viejo del grupo. Dio un paso frente al joven que tenía la espada y espero su respuesta mientras lo miraba con firmeza.

"¿Dónde está tu aldea?"

"No puedo decirle eso a un extraño"

Ambos apretaron con fuerza sus armas, ya que parecía que no iban a llegar a ningún acuerdo.

"¡Ataca!"

Le ordeno la espada a su candidato, pero él no obedeció.

Había un niño observando.

Tengo la Espada Sagrada?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora