𝘑𝘶𝘦𝘷𝘦𝘴 [𝘊!𝘙𝘰𝘥𝘳𝘪𝘷𝘢𝘯] [𝘏𝘢𝘱𝘱𝘺𝘣𝘦𝘢𝘳]

Jueves ✾

[....]

11 de Marzo.

Aquel día si pudo ir a la estación, todo su cuerpo temblaba de nervios, los minutos parecían eternos, pero no por mucho, pues se escucho la llegaba del tren que tanto esperaba. Con el corazón acelerado se adentro y busco desesperadamente al chico.

Y ahí estaba, siendo tan extrañamente perfecto. Los ojos de Carre se iluminaron y por un momento todo el mundo se detuvo. Iván a lo lejos lo miraba con una sonrisa burlona, con el lapicero que traía en la mano golpeo la cubierta de su libreta, aunque el sonido no fuera tan fuerte hizo al castaño reaccionar.

Se sentó en el mismo asiento de siempre, siendo un completo cobarde otra vez, porque de nuevo no se sentía capaz de hablarle. Golpeó levemente sus piernas en un intento de calmarse, pero un pequeño papel fue lanzado. Levantó su cabeza y se encontró con Spreen viéndolo seriamente, con algunas señas le dijo que no hiciera eso y Carre sonrió tontamente asintiendo.

Hicieron el mismo contacto visual de siempre, él pelinegro le sonrió y extendió un poco su mano para indicarle a Rodrigo que se acercara. Con todo el valor que tuvo se levantó y respiro profundo antes de empezar a caminar torpemente hacia el chico.

Su corazón empezó a acelerarse con cada paso que daba, su respiración se agitó y el sonrojo en su cara aumentó. Sus piernas temblaban, no sabía ni como aún se mantenía de pie.

Iván lo miraba con los ojos iluminados, quería explicarle de alguna forma a su cabeza que lo que veía no era un sueño, todo estaba siendo completamente real, y que en verdad se había enamorado de alguien tan hermoso que parecía mentira.

Aquel chico castaño; con los ojos más lindos que haya visto, estaba parado frente a él, su corazón se aceleró al verlo muy cerca y también por el contacto visual que estaban haciendo.
Le sonrió de costado y le extendió su mano en forma de saludo, el cual fue correspondido por el menor. Carre más confiado se sentó junto a Spreen, quien noto como estaba temblando.

─¿Hace tanto frío?─ Preguntó burlonamente.

─Oh, no pensé que esto fuera a iniciar así─ Soltó una pequeña carcajada.

─Bueno.... Ya sabes mi nombre, ¿cual es el tuyo?─

─Rodrigo Carrera, pero prefiero que me digan Carre─

─¿Y Rodri?─ Cuando Iván pronunció ese diminutivo de su nombre se puso más rojo de lo que ya estaba.

─También─

Ambos se miraron con una sonrisa, Carre no lo pensó y se lanzó a abrazarlo de una, esto sorprendió al pelinegro, pero no trató de alejarse, el abrazo le resultó muy cómodo y eso que a él no le gusta el contacto físico.

Spreen correspondió el abrazo, ocultando levemente su cara en el cabello contrario y revolviendo este.

─Yo aún no te conozco y ya te echaba de menos─ Dijo el ojivioleta, mientras envolvía aún más al castaño con sus brazos.

De pronto todo se oscurece, sobresaltando a ambos que los separa del cómodo abrazo, los dos apartan la vista de la vergüenza aunque no se puedan ver. Pero en ese momento, Carre decidió aprovechar la oscuridad lo más que podía.

Busco con desespero las manos de Iván, cuando toma una, él pelinegro con un leve empujón lo acerca. Carre con su otra mano encuentra la cara de Spreen, tímidamente se va acercando, esperando que el mayor no se aleje. Por un momento ve sus ojos, estos resultaban mucho en la oscuridad, al ver cómo brillaban tuvo la valentía suficiente para poder besarlo.

Dios, lo acaba de besar en los labios, sintió que todo dejó de existir, sólo estaban ellos dos experimentando el toque de sus labios, como éstos se iban moviendo suavemente entre unas sonrisas, todo el deseo que se tuvieron por semanas estaba siendo liberado por un tierno y largo beso, en el cual demostraron su cariño sin palabras.

Después de unos segundos se separaron, ambos con una sonrisa en sus labios, sabiendo que encontraron a un nuevo compañero de vida, porque por azares del destino siempre terminaban encontrándose cada día.

Las luces vuelven, y los dos pueden apreciar al contrario. La bocina del tren se escucha, avisando que están apunto de llegar.

Carre abraza por última vez a Spreen, hundiendo su cara en su pecho, feliz de estar con él, feliz de saber que ese 11 de marzo cambió por completo su vida.

─Rodri─ Dice en un susurro para que sólo él lo escuche ─Te quiero─ Le dio un beso en la frente para luego volver a abrazarlo, deseando que aquel momento nunca acabe.

....

Dices que me quieres, y yo te regalo el último soplo de mi
corazón.

El sonido de las ambulancias y los carros de policía se escuchaban por todo el lugar, muchas personas se acercaban para ver lo que había ocurrido, mientras los bomberos buscaban entre los escombros los cuerpos de las víctimas.

Hace no más de unos minutos que unas bombas habían explotado cerca de algunas estaciones de trenes, haciendo que las vías colapsaran completamente, matando e hiriendo gravemente a muchas personas. Y las que faltaban por encontrar.

Entre todo ese escándalo, unos bomberos empezaron a escarbar en otro lugar más alejado, entre las piedras se encontraron dos mochilas.
Una celeste y azul que tenía un parche de un gato naranja, junto a un mate y varios stickers más de colores. Mientras que la otra era una simple mochila negra con un parche de un pollo y un gato blanco.

Siguieron cavando con la esperanza de encontrar esos dos cuerpos. Fueron puros minutos de esfuerzo, hasta que pudieron encontrarlos, ambos eran jóvenes, se veían horribles en estado físico, su cuerpo estaba lleno de sangre y moretones por todas partes, pero aún así, ambos chicos se mantenían en un lindo abrazo, con una sonrisa inocente en sus rostros.

Lamentablemente, ninguno de los dos se encontraba con vida, pero sus brazos no parecían querer soltarse.

[....]