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No sabía cómo reaccionar, Lo único que lograba escucharse en la habitación, no era nada más que los pequeños jadeos de la mujer cada vez que pasaba sus manos por aquellas zonas tan sensibles, estaba encantado con la mujer debajo suya, devorándola con la mirada.

Sus manos recorrían tanto como podían la blanquecina piel de la fémina, realmente no sabía que estaba haciendo, pero estaba tentándose a seguir gracias a su voz, quien llamaba su nombre en pequeños gemidos ocasionales, eso enserio le encantaba, no quería que se detuviera, jamás había estado de esa manera con una chica y el tenerla ahora mismo sobre el completamente desnuda, era todo un sueño para él.

Aunque tomo en cuenta que todo había sido más que un sueño cuando despertó de repente debido al azote de la puerta de su habitación siendo su hermano menor quién había entrado de tal forma, se le veía realmente preocupado, bueno sus estúpidos sueños húmedos deberían esperar, ya que no era la primera vez que los tenía y aunque le gustaría volver a dormir lo que su hermano le había dicho fue razón suficiente para levantarse y tomar una camisa y portar su armadura y correr en descenso al templo inferior, ofiuco.

<...>

Se encontraba mirando fijamente al techo, llevaba más de dos semanas en cama y bueno tenia a cierto caballero alado que no le permitía moverse para nada, entendía que había sido su error, pero él no tenía por qué estar todo el tiempo a su lado cuidándola como si fuera una niña pequeña, aunque agradecía que cuidara de ella los primeros días luego se volvió tedioso y hasta fastidioso, realmente ya no soportaba que el la estuviera tratando como una niña todo el tiempo, podría curarse a sí misma pero su cosmos seguía débil aun, bueno eso también había sido su culpa por excederse ese día.

Dirigió su mirada a su derecha donde Aioros se encontraba dormido en una silla, eso realmente le pareció incomodo, ¿Cómo podía dormir así?, se levantó con cuidado de su cama para acercarse a él, no le gustaba la idea de que estuviera allí y menos dormido de esa forma tan incomoda solo por cuidar de ella, movió suavemente el cuerpo de Aioros quien abrió sus ojos viéndola.

Aunque volvió a cerrar sus ojos quedando dormido nuevamente, bien eso era suficiente, salió lentamente de la habitación, ya se había hartado de estar todo el día acostada, y Aioros tenía deberes de los cuales encargarse, aunque todos esos pensamientos se desvanecieron cuando vio el exterior , estaba lloviendo y demasiado, incluso para ser una lluvia normal, empezó a sentir frio, más del que debería hacer, vio a las pequeñas serpientes que rondaban por el templo moverse de un lado a otro inquietas y hasta llego a escucharlas soltar pequeños quejidos, tenían dolor ellas necesitaban calor y estaba haciendo mucho frio para sus cuerpos.

No podía hacer nada por ellas en ese momento, pero realmente le dolía tener que verlas sufrir de esa manera, volvió su vista al cielo llovía con tal fuerza, que parecía que aquello no era por causa naturales, de inmediato volvió su vista a los peldaños de su templo, nuevamente allí se encontraba aquella niña tarareando la misma melodía, tan hermosa como la última vez.

No crees que es algo hermoso? —la niña la observo expectante— tienes razón esto no es algo natural señorita, es culpa del señor del Océano, él quiere eliminar a los mortales —declaró la niña, Kaia se sentía desconcertada, como una niña podía saber eso, y más con eso del señor del Océano se refería al mismísimo Dios Poseidón.

En tan solo un segundo de distracción la niña había desaparecido nuevamente, si lo que dijo era verdad, entonces Poseidón era el culpable de todo aquello, entonces deberían detenerlo, y ella no podía hacer nada, por su imprudencia estaba débil, todo por tratar de conseguir su objetivo... traer a su maestro de regreso a la vida, fallo y termino debilitando se de tal manera que casi pudo haber muerto de no ser porque Milo estaba allí solo para hablar con ella mientras hacía aquello.

OfiucoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora