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Caminaba llevando a Kanon de la manos, tenía prisa, había ingresado en esa cueva y descubrió algo bastante importante, así que aprovecho que justo se dirigía con el para enseñarle lo que se encontraba oculto en esa gigantesca cueva.

Por supuesto Kanon simplemente esperaba que la pequeña intervención de su entrenamiento por parte de la menor tuviera una buena razón, puesto que en ese preciso momento se encontraba practicando una técnica bastante poderosa, una que su hermano solía usar, y aunque le sorprendió en un principio la prisa que ella tenía en ese momento, entendió la razón cuando ingresaron a esa cueva, en lo más profundo de ella, desprendiendo un poderoso brillo dorado, se encontraba una Pandora Box.

–vez, te dije que no era una perdida de tiempo –acotó la menor al fin soltando su mano y acercándose a la Pandora Box, esta tenía grabada sobre ella los detalles de la Armadura de Géminis– yo también pensé que era la Armadura de Géminis pero si la miras bien es diferente –declaró abriendo la misma dejando ver la Armadura en su interior, tan idéntica a la Armadura antes mencionada, pero tenía diferencias.

–es otra Armadura de Géminis –Afirmó acercándose también a la misma, inspeccionándola, se preguntaba la razón de dicha Armadura en ese lugar debía de haber una razón después de todo– Kaia, regresa al santuario, esto debería informarse al patriarca –declaró apartándose de la Pandora Box, si esa era otra Armadura entonces ahora se hallaban dos Armaduras de Géminis en ese lugar sagrado, primero debían tener respuestas de su aparición, el patriarca era quien actualmente mantenía las trece Armaduras Doradas resguardadas, no se fiaba de para nada de lo que pasaba en ese instante, y no lo haría hasta confirmar la aparición de dicha Armadura.

(…)

Hace tan solo unos minutos, tal y como Kanon le había ordenando regreso al santuario, se dirigía al camino de las trece casas para informar al patriarca sobre su pequeño descubrimiento, no supo cunado ni en qué momento Saga apareció molesto frente a ella y terminando arrastrándola hacia el coliseo a entrenar, supuso que Aioros no lo entretuvo lo suficiente esa vez, y sabía lo que venía con eso, además de uno de sus tantos regaños, tendría que entrenar con el seriamente y eso significaba, un gran sufrimiento para ella, los entrenamientos del Géminis mayor eran dolorosos, y lo aprendió con el tiempo y sus pequeñas escapadas para visitar al gemelo de ese hombre.

Y allí estaba ella, bajo la mirada de sus nuevos compañeros y futuros hermanos de Armas, esquivando como podía al mayor y al mismo tiempo tratando de encontrar sus puntos débiles y realizar una estrategia, en esos momentos es cuando esos ojos suyos le fallaban, aun con la gran capacidad visual que poseía y esa extraña habilidad de poder ver todo un poco más “lento” y otras habilidades que le daban el tener “ojos de una serpiente” como solía decir su “padre”, en algún momento se distrajo pensando y fue el momento en el que Saga aprovecho para darle un golpe con la suficiente fuerza como para solo dejarle fuera de combate, aunque eso tuvo otro resultado no deseado.

Lo más rápido que pudo cubrió su rostro ahogando el pequeño grito de dolor debido al golpe directo a su rostro, que dio como resultado que su máscara se agrietara y terminase rompiéndose, bueno era de un metal lo suficientemente débil como para romperse con cualquier golpe.

Tan ponto como trató de incorporarse tratando de que nadie viese su rostro sintió algo sobre su pequeño cuerpo, no dudo en tomarlo y cubrirse, era una capa?, mirando hacia arriba divisando la impotente figura de aquel hombre de contextura alta, delgada y musculosa, de cabellos un poco largo de color marrón rojizo con ojos azules que portaba orgullosamente una armadura dorada, lo conocía bien, aunque muy pocas veces se encontraba en el santuario, solía enseñarle algunas cosas y contarle historias de grandes batallas del pasado para distraerlo cuando iba con Shion y se encontraba ocupado con Demasiado trabajo.

OfiucoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora