El túnel era bastante oscuro como para ver más allá del alcance de sus linternas, habían cadáveres arrinconados por ahí, y ambos, habían acordado no acercarse a ellos: pues desprendían un olor penetrante, como a carne podrida.Sin mencionar con el calor tan sofocante que hacía allí, los olores y sensaciones salían a relucir con mucha más intensidad.
Ambos detectaron un patrón en los cadáveres, que estaban cubiertos vehemente con sábanas blancas, estos estaban tachados con una cruz roja hecha con grafiti.Habían perdido total comunicación con sus compañeros, quienes los esperaban fuera cubriendo el perímetro para que ellos pudiesen salir sin problema. Pero ahora estaban completamente a la deriva, en un túnel de una vieja cloaca, que ni siquiera sabían si saldrían de ahí, antes de que les atacará algo, o algún intruso los sorprendiera sin más.
Las piezas del rompecabezas estaban completamente en desorden, tenían un indicio muy importante, el elíxir, junto con la carta de aquel hombre arruinado por Leticia, aunque lo único rescatable de ese relato, era la existencia del comendador. El hombre que, según el texto, Leticia Rossum protegía y servía a el.
El elíxir no era más que un peón de lo que en realidad planeaban constatar en su juego.
En un momento, se vió cogida por un fuerte brazo que, con algo de presión la puso delante de él.
Volteó suspicaz y dirigió su mirada hacía el capitán, quien la miró con reproche.
~No quiero que por ningún motivo te separes de mi, debes ir donde yo, pueda verte.~ Ordenó sereno.
Acató la orden y continuó caminando, con pasos firmes y silenciosos, sosteniendo su rifle de precisión en su espalda y la pistola Beretta en su mano.
Estaban completamente empapados de sudor, estaban a más de cuarenta grados ahí abajo, soportando el olor hediondo e inmundo de los desechos y basuras que arrojaban, también el olor putrefacto de los cadáveres, que aún, no sabían si estaban infectados con algún tipo de virus o patógeno.
Y lo más importante. ¿Por qué esconder los cuerpos en una vieja cloaca, como si fuera una fosa común?Se vieron obligados a cortar el paso, cuando vehemente observaron, como un hombre yacía tumbado en el suelo apoyado contra la sucia pared, con muchas botellas de whisky alrededor, un revolver a su izquierda.
El hombre tan solo verlos ni se inmutó a coger el revolver y apuntar, contrario a lo que ellos pensaban, tan solo se limitó a verlos con indiferencia.
No aparentaba ser víctima de algún tipo de violencia, su ropa tan solo estaba percudida de tierra y ningún rastro de sangre. Más sin embargo, estaba agonizando sin remedio.Jill quería acercarse para pedir razón al hombre, pero no más se puso en marcha, Chris se lo impidió, y le pidió con la mirada mucha discreción y prudencia.
Avanzaron unos cuantos metros hacía donde estaba el hombre, hasta que el rompió el silencio abruptamente con una voz débil y cansada.
~¡Yo no volveré ahí, ni por todo el oro de Estados Unidos!~ Gritó con todas sus fuerzas, tosiendo en el acto.
El hombre estaba pálido, con unas venas tan prominentes y anormales, y con una mano se sostenía el abdomen con fuerza.
Aquella afirmación dejó descolocados a los agentes.
~¿A qué se refiere, a dónde no quiere regresar?~ Quiso saber Jill con discrepancia.
El hombre cogiendo fuerza para hablar, les dedicó una mirada con desprecio.
~¿Leticia les ha enviado a limpiar la fosa?~ Preguntó con ironía.
~Dios nos libre de trabajar para Leticia... Y no, no estamos aquí para llevarle señor.~ Intentó calmarlo.
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Reflejo [Jill & Chris]
RomanceChristopher Redfield vive con los nervios a flor de piel, una loca fijación hacía su amiga y compañera Jill Valentine.