PRÓLOGO

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La taza en mis manos emitía un ligero humo con aroma dulce proveniente de la infusión que esta contenía. El calor de la misma se había extendido entre mis heladas manos y empezaban a quemar, pero no me importaba en absoluto, ni siquiera me había inmutado del ardor en la palma de mi mano. Seguía con la mirada perdida hacia la ciudad que podía verse a través de mi ventana. Tenía la mente llena de neblina y el corazón hecho un desastre.

Faltaban dos horas para que Jin me recogiera, pues hoy era el día de su ceremonia de graduación como Licenciado en Derecho, y yo me sentía fatal porque no quería estar ahí. En un día tan especial para él, donde se supone que su pareja debería ser la más emocionada de asistir, yo quería evitar a su familia a toda costa. No quería estar seis horas fingiendo una sonrisa, brindando por un sentimiento de emoción que yo no podía compartir en estos momentos. Y eso me afligía más.

Seokjin y yo llevamos saliendo tres años. Nuestra historia de amor comienza en la cafetería que está entre nuestras dos facultades. Él estaba por comenzar su segundo año de derecho y yo era nueva en la ciudad, pues me había transferido de academia de idiomas. Fue un encuentro bastante gracioso. No eran miradas furtivas entre sorbos de café al otro extremo de la cafetería. Él era comensal y yo la mesera que recién había conseguido el empleo de verano.

Lo recuerdo intentando ligarse una francesa pero lo divertido es que no se podían entender, ni siquiera por señas. Yo entendía a la perfección lo que ambos trataban de decir, así que cuando le entregué el café a la chica que se esforzaba por entender al joven de labios bonitos, simplemente susurré "il veut votre numéro pour vous inviter à sortir"* a lo que ella rápidamente asintió gustosa y sacó una pluma para anotar su número en una servilleta. Salí de escena con una sonrisa de complicidad y seguí trabajando. No esperaba que aquel joven de labios bonitos y sonrisa coqueta esperaría a que mi turno terminara para hablar conmigo. Parecía una película en donde yo era la protagonista, y él era el guapo caballero de armadura brillante quien llegó en un momento de mi vida donde estaba sanando de heridas que el pasado había hecho en mí.

A los pocos meses de esa interacción, él logró abrirse paso en mi lastimado corazón y formalizamos una relación. Quién diría que un trabajo temporal me llevaría a la relación más estable de mi vida.

¿He sido feliz? Claro. Mentiría si lo negara. Seokjin es el sueño de cualquier mujer, soltera o comprometida. Tiene la estatura ideal para que al abrazarlo pueda escuchar el latido de su corazón. Sus ojos rasgados siempre me brindan tranquilidad. Todo su rostro crea una armonía perfecta. Parece sacado de una agencia de cotizados modelos. Todo en Seokjin estaba bien.

Suspirando, decido levantarme del sofá y dejar la taza sin terminar junto al lavabo. No supe cuánto tiempo había pasado, pero era lo suficiente para que la bebida se hubiera enfriado.

Me desvisto y entro a la ducha con la esperanza de apaciguar mis más ocultos pensamientos que se esfuerzan por salir a flote en los momentos menos apropiados.

Al salir, contemplo el bonito vestido color plata que cuelga en la puerta de mi armario. Había sido un regalo del mismo Jin, quien eligió personalmente ese diseño con motivo de su graduación.

Cepillo mi cabello y lo seco para después peinarlo. Comienzo a maquillarme, combinando colores que vayan acorde a mi vestimenta, y suspiro de cansancio cuando el resultado me agrada medianamente.

Usar el vestido que mi novio había elegido me dolía. El roce de la tela quemaba. Me lastimaba ver cómo la prenda se ajustaba apropiadamente a cada curva de mi cuerpo, como si hubiera sido a la medida. Si se veía tan bien, ¿por qué entonces se sentía jodidamente mal?

Escucho un delicado golpeteo en la puerta de mi cuarto y sé que se trata de mi madre, así que digo un "adelante" lo suficientemente alto para que me escuche.

The way I loved youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora