Esa noche

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Salió del cuarto en donde estaba pasando sus noches y todo era un caos. Las personas corrían de un lado a otro con municiones en sus brazos, llamas de fuego estaban quemando varias partes del barco pero Jaeyun no veía quiénes estaban atacando. Buscaba a los supuestos atacantes, pero nada. No había un barco que estuviera lanzando las bolas de fuego, solo estaba la oscuridad de la noche y una neblina ligeramente pesada que limitaba la vista.

— ¡Shim! - La voz del capitán Tom lo sacó de su confusión.

El señor estaba cargando un rifle mientras su espalda estaba apoyada en un poste de madera, su rostro sudaba y ya estaba manchado con polvo negro. Jaeyun se acercó a él tambaleándose y con su ceño fruncido aún sin saber qué era lo que estaba ocurriendo exactamente.

— ¿Qué está pasando, señor? - el joven estaba más asustado que nunca y su voz tembló.
— Esas estúpidas sirenas.- mencionó con una clara molestia en sus palabras.
— ¿Sirenas? - Jaeyun, aún sin creerlo, cuestionó.
— Seguro vienen por lo que les quité en el viaje pasado. Necesito que me pases lo que te pida para atacar.

Shim no tuvo tiempo de reaccionar, el capitán lo jaló muy bruscamente de su chaleco y lo puso a lado de un cañón. Le asignó la tarea de colocar las balas y encender la mecha cuando se le indicara, además de pasarle las municiones que necesitara para el rifle.

Estaba haciendo todo de forma automática, su instinto de supervivencia se encontraba al tope y era la razón por la que estaba maquinando su cuerpo a una velocidad y coordinación que para él mismo era sorprendente. Arrodillado frente al cañón, el líquido salino bajaba por su frente y mejillas, su cabello rubio se comenzaba a ver húmedo y sus labios estaban rojos por tanto que los mordía entre el esfuerzo de mover las pesadas balas del arma.

Seguía sin ver a los monstruos y por un momento hubo silencio. Ya nadie atacaba y esperaban el siguiente golpe para saber hacia dónde defender pero  el único golpe que sintieron fueron las ondas sonoras que llegaban de lo lejos. El famoso canto de sirenas estaba siendo escuchado por primera vez para Jaeyun.

Se levantó de su posición y se guió por el sonido. Caminó hasta el borde y asomó su cabeza hacia abajo y su corazón latió con velocidad. Destellos de color verde, azul y morados brillaban en el agua a pesar de la neblina, paseaban de un lado a otro para luego desaparecer y luego emerger del agua los rostros tan aclamados en las historias.

Frente a Jaeyun estaba una criatura de piel pálida con varios lunares, el cabello más negro que podía haber visto, una nariz respingada y unos labios color rosa con unas cuantas gotas de agua sobre ellos. Su cuerpo salió tanto del mar que podía verse el torso, un torso amplio y delgado que igual estaba adornado de varios lunares y en su hombro izquierdo estaba lo que parecía una marca de nacimiento, era una estrella de mar. Se trataba de un chico.

Tal como lo mencionaban en el pueblo, aquello seres eran hermosos y Jaeyun no lo podía negar. Aquel ser atrapó su corazón.

No lo veía mover sus labios pero podía oír el canto. Era un canto suave y cálido a pesar del frío de la noche, el rubio estaba maravillado. La presencia del pelinegro lo hacía sentirse bien, alivianado y el miedo había abandonado su cuerpo. Extrañamente se sentía cómodo ante la mirada del otro y pareciera que era un sentimiento mutuo.

Todos en la nave estaban sin movimiento, fueron atrapados por los seres pero había alguien que aprendió a ignorar el canto y se trataba del capitán. Era el único con un arma en la mano apuntando hacia el pelinegro. Este se dio cuenta de que estaba siendo el blanco para un disparo, quitó su mirada de Jaeyun y el gatillo fue apretado.

El señor Tom volteó a mirar enojado a Jaeyun, su mano había golpeado el arma y con eso evitó que la bala llegara al chico en el mar.

𝑬𝒏𝒕𝒓𝒆 𝒎𝒂𝒓𝒆𝒔 || Jakehoon 𖧧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora