Capítulo 8 - No tengo Instagram

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*Narra Constanza*

Después de estar un rato en la Torre Eiffel, Pablo y sus amigos decidieron ir a cenar. Eran demasiado majos, me invitaron con ellos, al principio no me sabía bien, ellos habían hecho un viaje de amigos y seguramente querían pasarlo entre ellos, pero me terminaron convenciendo, así que fuimos a cenar a un restaurante del que habían escuchado buenas recomendaciones.

Llegamos y nos asignaron una mesa, Ansu y Sira se sentaron en la cabecera, de un lado Ferran y Pedri y al otro Pablo y yo. Después de mirar la carta y de decirme que querían para poder ordenar, se lo pedí al mesero amablemente.

- Oye Connie, espero que no te moleste que solo te invitamos para que seas nuestra traductora. - Dijo Ansu en broma.

- Yo se que sin mi no sobrevivirían, por eso decidí acompañarlos. - Le devuelvo la broma, ocasionando que todos en la mesa riéramos, excepto Pedri, quien estaba bastante serio y su mirada no se despegaba de mi. 

⁃ Tía pásame tu Instagram, así puedo etiquetarte en las fotos que estoy por subir. - Me dice Sira.

⁃ No tengo Instagram. - Digo y todos voltean a verme sorprendidos.

⁃ Debes de ser la única chica de tu edad que no tiene Instagram. - Escuchó decir a Pedri.

Levanto mi vista hacia él, sus ojos clavados en los míos, su semblante más serio que antes. Es la primera vez desde que lo conocí que me había dirigido la palabra.

⁃ No creo que sea la única, pero si, no tengo. Quiero decir en su momento tuve, pero mejor decidí eliminarlo, ya saben por salud mental. Me agobiaba muchísimo ver como todos mis compañeros de generación o amigos ya comenzaban con la universidad y yo todavía no. No se, me hacía sentir que estaba perdiendo el tiempo, así que mejor lo elimine para no estarme torturando y para evitar compararme con los demás. Créanme fue lo mejor que pude hacer.

- Eso fue muy inteligente. - Dice Ferran. Todos reímos por su comentario. - A ver que es verdad, cuantas problemas no nos ahorraríamos si no tuviéramos redes.

No quise preguntarle a que se refería cuando dijo que se ahorrarían muchos problemas, supongo que hablaba de su relación con Sira o algo parecido.

Minutos después traen los platillos, la verdad es que no tenían muy buena pinta. Empezamos a cenar y me sorprendí porque estaba buenísimo. Entre la plática empezaron a hablar de fútbol y Sira volteo a verme y alzó las cejas como queriendo decir "ya van a empezar", a mi su gesto me causo mucha risa.

⁃ Constanza, ¿a ti te gusta el fútbol? - Me pregunta Pedri interesado, yo veo como Pablo le dirige una mirada que no sabría como interpretar.

⁃ No, la verdad no.

⁃ ¿Y eso? - Pregunta Pablo.

⁃ A ver qué puedo ver un partido sin problema alguno entre amigos, pero ya verlo yo sola por gusto o pasar a obsesionarme por algún equipo... yo paso la verdad.

⁃ Nos acabas de romper el corazón a los 4 hombres de esta mesa. - Dice Ansu poniendo una mano en su pecho, señalando su corazón.

⁃ Entonces de invitarte mañana al partido del PSG ni hablar. - Dice Ferrán.

⁃ ¿Van a ir al Parc des Princes?

⁃ Pedri compró las entradas al momento que se enteró que vendríamos. - Dice Pablo. - Deberías de venir, irás con amigos y no tu sola, así que no puedes poner ninguna excusa y antes de que digas que no tienes entrada, tenemos el boleto de un amigo que al final no pudo venir.

⁃ Si tía, por favor ven, así al menos tengo con quien platicar, porque nada más entrar al estadio, estos 4 se olvidarán de que existo. - Sira me dice.

⁃ Bueno, esta bien. - Diego sonriendo y todos empiezan a aplaudir y a sonreír.

Salimos del restaurante ya un poco tarde, ellos iban a ir hacia su hotel y yo hacía mi departamento así que me despido de ellos. Pablo me va a acompañar y después el se regresaría en un Uber. La verdad es que me gustaba que tuviera ese tipo de detalles conmigo, pero no quería que estuviera gastando su dinero en transporte, de todas formas yo sabía andar en metro y no tardaría mucho en llegar a mi casa, pero él no me dejó otra opción.

Llegamos a mi departamento, me quito el abrigo y el suéter y él se quita su chamarra, quedándose solo con su suéter blanco, que le quedaba demasiado bien, estaba muy guapo.

⁃ ¿Quieres una copa de vino? - Le pregunto para ser buena anfitriona como mi madre me había enseñado. 

⁃ Vale. - Mientras busco la botella que Pierre me regaló en mi cumpleaños, Pablo se pasea por la estancia viendo las fotos que tenía en la mesa y en las paredes. ⁃ El es el chico de tu trabajo, ¿verdad?

- Si, se llama Pierre. - No encontraba la botella, por ningún lado. - Es de las mejores personas que he conocido, él fue de bastante ayuda para poder acoplarme bien al trabajo y la ciudad.

- ¿Cómo se conocieron?

- En el Museo de Louvre.- Digo sonriendo recordando ese momento. - Yo estaba tomándole fotos a todo lo que veía, hasta que se acercó y me pidió que se las enseñara. Me contó que trabajaba en un estudio de fotografía y que estaban buscando personal, así que acepté. Él me enseñó francés, la ciudad y casi todo lo que se de fotografía. Es como un hermano mayor para mí.

⁃ ¿Él sabía quién era verdad? - Me pregunta sonriendo. - Nada más decirle mi nombre cambió su actitud conmigo.

⁃ Puede que le contará algo sobre ti. - Digo riendo.

Por fin la encontré y serví dos copas. Me acerco a él y le doy la suya,  me sonríe y me da las gracias. Me siento en el sillón y espero a que el termine de ver todas las fotos, respondiendo cada que me preguntaba quien era alguien o que lugar era ese. 

- ¿Quiénes son ellos? - Pregunta señalando una foto que tenía al lado del televisor, en él estaban con mis amigos de España en Disneyland Paris. Nos la tomamos cuando me vinieron a visitar.

- Este es Ciro es mi mejor amigo en todo el mundo, la de suéter negro es Sara y la rubia se llama Daniela es mi mejor amiga. Vinieron a visitarme en mi cumpleaños en septiembre del año pasado. 

- ¿Son de Barcelona?

- Si, todos lo somos. - Le contesto y Pablo termina de revisar las fotos. Sonrío con nostalgia y me termino la copa de vino. ⁃ ¿Quieres ver por qué le dicen a París la ciudad de las luces?

Él asiente con una sonrisa en su rostro y me sigue cuando salgo fuera del departamento. Subo las escaleras hasta el último piso donde hay una pequeña terraza donde se puede ver toda la ciudad llena de luces, y lo mejor la Torre Eiffel, tan espléndida a lo lejos.

- Es maravilloso, de verdad, pero sigo sin entender como te gusta más aquí que Barcelona.

- Los dos lugares me gustan, pero París me robó el corazón desde el primer momento que puse un pie aquí. - Le digo volteando a verlo, él está concentrado, contemplando la ciudad de noche. - ¿Alguna vez has sentido eso? ¿Esa sensación de ver algo por primera vez y que te parezca lo más maravilloso del mundo porque estás seguro de que no hay nada que te va a volver a hacer sentir lo mismo? - Pablo voltea a verme, su mirada es tan profunda que yo tengo que apartar la mía.

- Si, lo he sentido. - Me dice, siento su mirada sobre mi, pero no volteo a verlo.

- ¿Con qué? - Pablo no me responde, así que yo sigo. - Porque yo siento eso cada vez que subo aquí. Se que si en Barcelona subo a la terraza de mi casa o voy a los Bunkers es muy probable que vea algo parecido, pero se que no va a hacerme sentir todo lo que siento cada que estoy aquí. Me enamoré de esta ciudad y se que nunca me sentiré de la misma forma en cualquier otra que conozca.


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 Nos pusimos filósofos. 

Mi gran casualidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora