Se dice que los niños que nacen en el seno de una familia de la mafia están condenados desde el inicio a una vida de violencia. Se dice que Dios se ha olvidado de ellos, que se ha olvidado de sus pequeños ángeles al condenarlos de aquella manera.
TaeHyung y JungKook nacieron como hijos de líderes dentro de la red de la mafia coreana.
Para ellos, el graznado de un ave y el revoloteo de sus alas ante el sonido de un disparo al aire en su dirección era común. Los gritos desgarradores provenientes del cuarto de torturas habían sido sus canciones de cuna. Las armas, los conflictos y muertes violentas delante de sus ojos les habían arrebatado la inocencia. Estaban acostumbrados a recibir besos y caricias paternales por parte de aquellas manos que no tambaleaban al matar. Para ellos, el mundo siempre había funcionado de esa peculiar manera, pues no importaba cuánto se lograran asemejaran sus vidas a las de los chicos de las películas occidentales, todo siempre terminaba por tomar el mismo rumbo.
Al final, todas sus alegrías estaban manchadas de sangre.
Sin embargo, detrás de aquellos niños que no sentían nada al ver una vida esfumarse delante de sus ojos, había justamente eso... niños con otro tipo de sentimientos jamás explorados.
JungKook jamás se había sentido tan desarmado, ni siquiera cuando su padre doncel le obligaba a dejar las prácticas de tiro para cocinar galletas juntos y hacer su corazón saltar alegre ante el azúcar. Pero entonces había cumplido los trece años y se encontraba en su primer día en el Instituto de Seúl al que asistían todos los hijos de líderes y más que importarle aquello que le decía SeokJin, el heredero de la mafia de Seúl, sus ojos estaban capturados por el chico castaño a tan solo unos lockers de distancia.
— ¿Quién es él? — había preguntado aún con los ojos sobre su perfil.
— Oh, ese es Kim TaeHyung, heredero de la mafia de Daegu.
— ¿Heredero?
SeokJin soltaba una risa perezosa.
— Su encanto ya te ha dicho que es un doncel — aseguraba. — Pues a su padre no le molesta que lo sea, sigue siendo su primogénito y por ende el heredero.
— Oh... — JungKook soltaba con un último aliento, ¿por qué se sentía tan mareado? Parecía que incluso se hubiera olvidado de respirar y todo empeoraba cuando aquel par de ojos verdes le devolvían una filosa mirada.
— Te lo puedo presentar, lo conozco de algunas reuniones con nuestros padres.
JungKook había estado apunto de negarse, apunto de salir corriendo ante el miedo que aquellos ojos verdes le habían provocado, pero para su fortuna o desgracia, su amigo había sido más rápido al llevarlo delante de aquel chico con apariencia tan dulce como intimidante.
Aquel chico por quien estaría soltando suspiros durante dos eternos años de amistad para después al fin declararse.
— Pensé que nunca lo pedirías — TaeHyung le había respondido mirándolo desde arriba.
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habit ✧ KookV
RomanceJung Kook y Tae Hyung prometieron dejar atrás su vida dentro de la mafia para ofrecerle algo distinto a sus hijos. Parecen haberse convertido en una familia común, pero en ocasiones es difícil olvidarse de su origen, de sus hábitos y formas de respo...