Bienvenido a Zaun.

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"Zaun es el sitio ideal a dónde vas siempre que quieras conseguir algo no tan legal, ahí donde abundan las ratas, los delincuentes, las bandas, las mafias, drogas y los monstruos... Bueno no es tan mal lugar si tratas de vivir una vida normal te encuentras con que solo vas a yacer en pobreza o en un ambiente medianamente decente, buscando ganarte la vida sin depender de las sobras de otros, si eres joven y tienes suerte, puede que llegues a conservar a tus padres. Los negocios de perfil bajo se realizan con frecuencia y si sabes que tienes algo jugoso que ofrecer, te puedes llevar una buena recompensa. Es un sitio donde yo pondría a los niños para que crecieran fuertes (si es que antes no se acaban matando) pero aún así los encuentras mendigando en callejones, robando en puestos y atracando a los de arriba a escondidas... Los de arriba, a si, Los de arriba... No, no hablemos de eso ahora, vamos a centrarnos en lo que está ocurriendo ahora, en esta misma noche".

Los monstruos habitan en las sombras, rondando, buscando, esperando hasta el momento en el cual dar el golpe mortal para después regresar a la oscuridad. Luego emergen buscando su premio, ahora el estaba en camino a reclamar el suyo.

Se escuchaban unas pisadas que se aproximan desde la zona mas oscura de la habitación, algo extraño ya que anteriormente no había nada ahí y ahora de la nada emergia una figura encapuchada, sus pisadas no emitían sonido alguno, vestia una gabardina negra tan oscura que parecía fundirse con las sombras de dónde provenía y cargando un saco cuyo contenido era desconocido, de momento. Se aproximó hacia el escritorio metálico donde yace sentado un quimobaron, el líder de una banda menor, que muy probablemente se encontraba como el subordinado de un pez más gordo de los muchos que hay en Zaun.

— Aquí tienes, ahora dame mi paga.

Le exclamó la figura encapuchada con un tono calmado pero demandante, exigiendo que se le entregará lo acordado por el trabajo. Antes de su cliente pudiera objetar, la figura encapuchada lanzo el saco sobre el escritorio metálico lo que provoco que su contenido saliera rodando en la forma de una cabeza decapitada. Algo curioso era que el asesino no portaba ningún arma visible, lo que podía poner en debate cual había sido el objeto homicida pero debido al corte tan limpio se podía llegar a hacer una idea.

— Hmmm... Eso fue... Rápido..

— Dije que lo sería.

El quimobaron mira la cabeza de a quién había ordenado matar, viéndola con asco e incomodidad, después la tira del escritorio casi sin querer tocarla. Se centra en el misterioso mercenario encapuchado, a quien veía con un temor leve que no buscaba que fuera detectado por el asesino.

— Eres muy bueno en lo que haces, ¿Por qué no te buscas contratos más grandes? La jefa podrí-


— No me interesa, ahora dame mi paga.

Exigió de nuevo el asesino, en respuesta el "jefe" se sintió intimidado y entonces saco de un cajón del escritorio una bolsa de monedas, procedió a atarle una diminuta cuerda para que estuviera bien cerrada antes de lanzarla al joven, quien gracias a sus entrenados reflejos no necesito ni de verla para atraparla, ni tampoco de volver a dirigirle la mirada a su comprador, cuya presencia y muestras de debilidad parecían molestarle. Guardo la bolsa de monedas en el bolsillo de su pantalón.

Se giró dándole la espalda al sujeto en el escritorio, camino hacia la puerta de su oficina y salió de allí mientras era observando con detenimiento y en completo silencio por el resto de los subordinados del jefe que poblaban una buena parte del almacén, claro, junto al resto de individuos que tenían ahí trabajando sin descanso, explotados y prácticamente secuestrados por estás personas. Algunos no podían estar seguros del todo, pero sentían como el mercenario les ponía la mirada encima, ¿Los miraba con pena, indiferencia, molestia? No sabemos esa respuesta.

Sangre sonrisas y amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora