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Capítulo I

Osaka, Japón,
seis años atrás.

Los pasos acelerados de una Ara de diecisiete años era lo único que podia ser escuchado en esas frías y tenues calles de Osaka, ni siquiera era demasiado tarde, pero el cambio de estación era muy notorio en ese lado de la ciudad, por lo que estaba comenzando a anochecer.

Las vacaciones que la joven había rogado tanto, a sus padres, por tener, se habían convertido en una pesadilla para ella, y todo había sucedido por desobedecer las normas de su madre.

Las calles nocturnas de este lado de Osaka son peligrosas, Ara, nunca salgas si tu madre o abuelo no van contigo.

Pero Ara tan solo tenia diecisiete años, era una chica rebelde que hacia justo lo que sus padres le pedían no hacer, como cualquier adolescente reprimido, además, ella había visitado Osaka ante, era donde sus abuelos maternos vivían, donde ella solía vivir hasta que cumplió seis años, todavía era un aniña cuando dejo el lugar, pero pensaba que nada podia cambiar tanto en un par de años.

Pero claro que mucho puede cambiar, mucho más en siete años.

Las calles que Ara recordaba recorrer cuando era una niña, junto a sus padres, estaban alejadas del barrio donde su familia residía, quería recordar las calles que fueron parte de su infancia, sin embargo, había una razón por la cuales sus abuelos, ahora, le advertían antes de salir a recorrer el lugar, y mucho más cuando iba sin compañía.

Ara vivía en Corea, Neocity para ser mas exactos, de donde era originaria, donde su padre tenia su trabajo, ella sabia que ahí habían propiedades, zonas, las cuales eran gobernadas por ciertas pandillas, lugares donde personas ajenas a esa zona no podían acceder sin un permiso anticipado u razón especial, a veces, ni siquiera los mismos residentes eran capaces de verse caminando en las calles a altas horas de la noche, ella sabia de eso.

Sin embargo, no sabia que en Osaka era así, ni siquiera sabia que sus abuelos residían en una zona que ahora le pertenecía a Los Fénix, lo cuales eran los dueños de toda Neocity, no sabia que en ese lugar se sentía a salvo y sin preocupaciones porque pertenencia a las mismas personas que regían el barrio en el que ella vivía.

Sentimiento de protección que perdió en el momento que puso un pie en el, no tan conocido, barrio Nihon, el barrio vecino de sus abuelos. Y aunque las primeras horas de su caminata no fueron la gran cosa, nada mas que esa sensación de que alguien la seguía, cuando el atardecer comenzó a desaparecer fue cuando la cosa se puso fea. Ara se topó con tipos extraños que vestían una chaqueta color roja brillante, la cual tenia un extraño dragon grabado en una de las mangas de estas, hasta que finalmente la noche se puso, fue ahi cuando la persecución sucedió.

Alguien la estaba siguiendo, y juraba que por cada callejón por el que pasaba, se le unía alguien mas, y por mas que la chica intentó salir de ese barrio para poder ir a su casa, la desesperación hizo que su cerebro se desconectara y que el camino de regreso a casa se borrara de su mente, y quedó atrapada en ese pequeño barrio por unos minutos más.

Hasta que un fuerte golpe en su cabeza y un empujón la hizo caer de rodillas en el frio pavimento dentro de un oscuro callejón, Ara llevó su mano hacia su nuca cuando sintió como algo caliente comenzaba a gotear de la misma, el lugar se encontraba lo suficientemente oscuro como para poder ver con claridad, pero por la sensación liquida y algo pegajosa en su mano, fue capaz de deducir que lo que rodaba por su nuca y cuello, hasta finalmente caer en el suelo, era sangre, su sangre.

Sus ojos decidieron subir del suelo cuando las suelas de unos zapatos brillantes casi pisan su mano en el suelo, estos tenían un estilo vaquero, la punta era de color claro, casi metálicos, pero no sabría decir si eran de ese material. No pudo pensarlo mucho de todas formas, porque su cuerpo fue jalado con una fuerza increíble, tanto fue que sintió como si su piel fuera a ser arrancada junto a su cabello.

𝐏𝐇𝐎𝐄𝐍𝐈𝐗; ltyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora