⊱ chapter fourteen ࿐

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│ ┆ ✐; ¿a Garnacho le gusta la chocotorta?


     LOS USUARIOS DE INSTAGRAM SE QUEDARON EN SILENCIO, revisando el sonido de sus celulares, para ver si el audio funcionaba.

     Hacía un par de segundos les había llegado la notificación de que Emilia Dolce había iniciado un live. Sin embargo, desde que habían entrado, Emi permanecía en silencio. 

     La argentina inspeccionaba dos helados de McDonals que Brina había ido a buscar, unos minutos antes de llegar al departamento de la cantante. 

     En silencio, estaba eligiendo el que se veía mejor para quedárselo. Finalmente decidió quedarse con el izquierdo y, mientras intentaba sacar una cucharada, gota tras gota de crema, caía en el piso de cerámica de su sala de estar. 

      —Nooo —se quejó, luego de darse cuenta—. Acabo de limpiar el piso, la puta madre. 

     Iba a pasar el dedo para limpiarlo, teniendo la ventaja de cinco segundos. 

     Sin embargo, levantó la mirada, recordando que tenía la cámara encendida, con cientos de ojos juzgando lo que haría a continuación. 

     —Holaaa —murmuró, con una sonrisa—. ¿Cómo están? 

     Sabrina había regresado del baño y, quién podía ver dónde estaba la mano de Emi, frunció el ceño al verla sentada en el suelo y con el cuerpo tenso. 

     —¿Qué pensabas hacer, sucia?

     —Nada —respondió con rapidez, a la defensiva—. Iba a limpiarlo.

     —Sí, obvio —exclamó con sarcasmo, Sabrina—. Toma —le extendió una servilleta. 

     —Este es tuyo —le extendió el helado de su mano derecha. 

     —Que conveniente que sea el que se estaba derritiendo.

     Emilia sonrió inocentemente y se llevó otra cucharada de helado a la boca. Volteó la cabeza hacia la cámara nuevamente. Sus ojos leyeron con rapidez los comentarios que aparecían cada milisegundo. 

     "Yo también hago eso JAJAJA".

     Sabrina negó con la cabeza a penas Emilia se lo mostró, con una mirada de suficiencia. ¿Por qué las personas tenían que ser tan asquerosas? Si ya se había caído al suelo, déjenlo en el suelo. 

     —No me sorprende —murmuró la castaña. 

     Emi rodó los ojos con diversión. 

     —Si tenés tanta elegancia, ándate a Francia —levantó un hombro.

bejeweled; alejandro garnacho ⁴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora