⊱ chapter eleven ࿐

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│ ┆ ✐; ¿tregua?.


     ALEJANDRO SEGUÍA POR DETRÁS EL AUTO DEL CORDOBÉS, con Emilia sentada en el asiento del copiloto. La chica se mantenía en el asiento, con las manos rodeado su pequeña mochila, evitando tocar algo.

     —Entonces... —El acento español se hizo presente en el ambiente— ¿por qué no tienes tu auto contigo? 

     «Lo traje, pero me olvidé la botella de agua para hacerlo más grande.» decidió no decir aquello, queriendo abstenerse de un ambiente hostil. 

     —Mi amiga me dejó en el estadio y se volvió para casa —explicó. A Sabri le venía bien distraerse de vez en cuando, y un viaje de cuarenta minutos en total le venía bien para reorganizar las ideas—. Se suponía que debía pasarme a buscar, pero no esperaba que Bianca nos invitara a comer para celebrar.

     Garnacho bufó ante lo último. Emilia apretó sus labios y abrió los ojos al darse cuenta de lo que dijo. 

     —No para celebrar —quiso corregirse, pero no podía encontrar las palabras adecuadas—. Digo, ustedes jugaron bien, pero no tan bien porque sino no hubiesen perdido... Uia —se maldijo internamente y cubrió su rostro con ambas manos—. Perdón.

     —Wow —exclamó con ironía el chico, manteniendo una mano en el volante—. Eres increíble para animar a la gente, ¿eh? 

     Un quejido se escapó de su boca. Giró su cabeza en un círculo, hasta golpearla contra el respaldar de cuero rojo de la cabecera. Realizó un mohín y miró a través de la ventana. 

     —¿Alientas al City?

     —Aliento a la Scaloneta —respondió—. Siempre voy para los que tienen un argentino en el equipo. Lo cual no siempre es conveniente porque estamos en todos lados.

     Una risa leve se escapó de la nariz del chico. Observó por el espejo retrovisor, para asegurarse que Licha no le haya perdido el rastro.

     —¿Fuiste alguna vez a la casa de Bianca?

     Emi volteó a verlo, dando por hecho que Alejandro estaba ignorando su tremendo fail para consolarlo.

     —A esta no, —respondió— pero la que estaba en Italia sí.

     Tras finalizar el mundial y con la victoria para el seleccionado argentino, Bia y Juli se habían mudado a una casa completamente nueva a principio de año.

     La cantante, de veintitrés años, vivía en Portogruaro, Italia, desde hacía un par de años. Le gustaba la tranquilidad del pequeño pueblo, repleto de personas lo suficientemente mayores como para saber quién era. 

bejeweled; alejandro garnacho ⁴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora