2° Cápitulo.

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¡Ring-ring! ¡Ring-ring! ¡Ring-ring!

Mario por quinta vez volvió a apagar la alarma, estaba tan agotado por lo de anoche. Cuando por fin estaba conciliando el sueño otra vez sonó el horrible timbre de su teléfono, de muy mala gana contestó sin saber quién era.

—¿Aló? ¿Quién es?

—Hugo Lombardi el amor de tu vida.

—¿Qué hace llamando a esta hora hombre? No pude dormir bien por lo de anoche y usted viene y me interrumpe el sueño.

—Marito son las 8:00 A.m estoy esperandote en el parqueadero de tu departamento.

—¡Que son las 8! Dios mío se me hizo tarde.

Colgó en corto dejando con la palabra a Hugo. Se alistó casi que a medias ya que ni tan siquiera llevaba la corbata bien puesta. Fue al parqueadero de su casa buscando su auto pero en eso se dió cuenta que Hugo estaba esperando ahí, realmente no tenía tiempo de discutir así que se fue directo al coche del diseñador.

—Oiga, pero aunque sea arreglese la corbata ¿No?

— ¡Hugo! arranque que se me hace tarde.

—Uff! Se ve que trae un guayo—dijo observando desde el retrovisor, se veía ojeroso y despeinado.

—Hugo no estoy jugando arranque por dios.

—Bueno, ya arranco.

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Se estacionaron en el parqueadero de Ecomoda. Como siempre encontraron a Wilson en la entrada y por supuesto comiendo algo para calmar su hambre.

— Doctor Calderón, le informo que el doctor Armando me pidió que le dijera que en cuando llegara fuera de inmediato a su oficina.

—Está bien Wilson, gracias.

Tal vez disimule muy bien pero en el fondo estaba temeroso de ir a la oficina de ese hombre tan temperamental.

No había ni entrado a la oficina  y ya se escuchaban los gritos histéricos del presidente, tragó saliva y temeroso abrió la puerta.

—¿Me necesitabas A-armando?

La mirada furiosa atacó su persona, vaya manera de empezar su día de trabajo ahora que iba ser vicepresidente muerto.

—Betty cancele la llamada al parecer el señor ya se le dió la gana de venir a trabajar.

—Armando no exageres me levanté tarde y por eso llegué a esta hora pero no pasa nada.

—Muy bien, Mario, que excelente manera de madrugar.

¡Maldición! Le había dicho que iba a madrugar y ahora iba a recibir un interrogatorio intensivo por horas.

—Dígame la verdad Mario, usted no fue a dormir, usted estaba haciendo algo más.

—¿Y si es así qué? Armando no eres mi papá para controlar lo que hago.

Armando se acercó rompiendo el espacio entre los dos causando que el castaño se ponga nervioso y es que hasta podía jurar que sentía sus respiraciones chocando, todo parecía como si fuesen a darse un beso.

—Dime la verdad ¿Con quién estuviste anoche? ¿Con quién preferiste ir antes que estar conmigo?.

¡Dios! Estaba usando ese tono tan malditamente dominante, diablos que si fuera mujer ya se habría mojado. Calderón trató de guardar la compostura y en corto soltó.

—Con nadie ...

Armando agarró la corbata dándose cuenta que estaba mal puesta, sutilmente la estaba arreglando y dando jalones para posicionar más cerca al mayor, estaban tan cerca...

Hugo Lombardi, el consejero del amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora