Capitulo 4 : Forjando el Espíritu de un Luchador

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En cuanto a su educación (hablar correctamente, leer y aprender sobre materiales y animales), le resultó bastante fácil debido a su habilidad para aprender cualquier cosa con solo escucharla.

Sin embargo, el entrenamiento no fue tan sencillo para él, ya que nunca antes había experimentado tanto movimiento como en el entrenamiento de agilidad.

Demostró habilidades en técnicas de sigilo extremo en caso de necesitar escapar, así como habilidades en el combate con espadas y puños para enfrentarse a enemigos.

Durante su entrenamiento físico, Luis y Ayame pasaban por un bosque. Luis vio un gato herido en un arbusto y quiso llevárselo, pero el gato estaba muy asustado y no se dejaba levantar.

Ayame llevaba consigo un salmón, se lo dieron al gatito y este se calmó un poco, lo suficiente como para dejar que lo levantaran. Lo llevaron a casa y lo curaron.

El gato tenía un ojo verde y otro azul. Luis deseaba quedarse con él, Ayame aceptó y Luis le puso el nombre "Matiz".

El gato se encariñó rápidamente con él. Matiz lo seguía a todas partes, incluso cuando Ayame lo estaba entrenando. Aunque Luis no decía nada, también se había encariñado con el gato.

Ayame le prometió a Luis que si se esforzaba al máximo en su entrenamiento, le compraría lo que quisiera. Esto motivó mucho a Luis, ya que deseaba un suéter y una bufanda que había visto en una tienda y le encantaron.

Luis entrenó intensamente con Matiz, quien siempre lo acompañaba en todas sus sesiones. Ayame le pidió a Luis que cruzara solo un enorme bosque infestado de monstruos que aparecerían si no lograba cruzarlo rápidamente. Durante este entrenamiento, Luis consideró dejar a Matiz con Ayame para mantenerlo a salvo, pero el gato lo siguió sin que él se diera cuenta.

Fue cuando ya había recorrido una cuarta parte del bosque que se percató de que Matiz lo estaba siguiendo. Luis se sentía capaz de proteger a su gato en el cruce del bosque.

La primera vez que cruzaron con Ayame, tardaron un día completo utilizando vagonetas. Sin embargo, en esta ocasión, iban a pie. Durante la noche, varios monstruos aparecieron, pero Luis logró eliminarlos con facilidad.

Durmieron un poco, tanto Luis como Matiz, en una casa que habían construido, muy básica pero suficiente para pasar la noche.

Al día siguiente, todo parecía transcurrir con normalidad, pero luego comenzaron a aparecer monstruos que Luis reconoció fácilmente: esqueletos zombies y Creepers. Los zombies no se quemaban debido a la sombra de los árboles, además, algunos llevaban cascos que evitaban que se quemaran. Los esqueletos disparaban flechas desde las sombras, mientras que los Creepers no se quemaban con el sol y podían explotar cuando estaban cerca de él.

Luis se vio acorralado y le pidió a su gato, Matiz, que corriera hacia la aldea con Ayame. Matiz logró esquivar varios monstruos para escapar, pero luego se dio cuenta de que podía asustar a los Creepers, así que decidió regresar con Luis para ayudarlo un poco.

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