CAPÍTULO 8

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Eran las siete de la mañana, ese día no tenía que acudir a ese infierno llamado instituto en donde todo el mundo te juzga y tratan de verse como los reyes o superiores del mundo. Sinceramente, me levanté temprano solo para salir y no permanecer en mi casa. Aunque no me dejasen salir, a mí me daba lo mismo.

A ver, todos sabemos lo que nos puede pasar en esos momentos. Lo máximo que yo podría recibir por parte de mi madre al desobedecerla..sería una bronca, tal vez como máximo hayan golpes o recordatorios de errores pasados o el recordarme que soy una decepción para el mundo. Prefería hacer un poco lo que yo quería.

Salí de casa sin desayunar, simplemente...no tenía hambre. Parecía un muerto, pero me agradaba. Un chico tan pálido como un cadáver en películas de terror, ojos claros e hinchados por llorar en demasía, unas grandes ojeras debajo de ellos indicando lo ''bien'' que solía y suelo dormir, mis labios secos e irritados, además de eso, iba todo de negro, como si fuera a un velatorio. Me acuerdo que durante mi ''caminata'' ví a el que era mi amigo, pero, que se alejó de mí.

Él estaba caminando en una forma tranquila.No me atreví a hablarle, o a encararlo, aunque en el fondo quería cogerlo del cuello de su camiseta vieja y gritarle. Pero, se supone que lo mejor es quedarse quietos, aunque,¿para qué voy a mentir?,¿serviría de algo?, simplemente, no me salía el ir y menos hablar con él.

Sólo hubo una especie de contacto visual entre ambos. De algún modo, todo me deprimía el doble ese día y no podía verte hasta que no fueran las doce de la madrugada en ese mugroso y viejo parque, así que eso me deprimía más. Sentía que todo se me hacía más difícil, que el futuro sería lo más oscuro posible, que estaba desperdiciando mi vida dejando que el tiempo pasara, esa sensación de no sentirte vivo, pero estándolo.Una de las razones por las que prefiero no hablar de mis problemas con nadie, es simple. Yo, cuando era más joven, tal vez cometí algún que otro error contando un poco de mis problemas, cosa que después acababa mal.

Era un adulto más en este mundo y no comprendía la razón del porqué,¿Por qué los adultos comparan su mierda de vida con la de un joven?, yo era adulto, pero a la vez, no compararía mis problemas con los de otra persona. Los vea mayores o menores que los míos. Sinceramente, por eso siempre lo he evitado, no contar nada, aunque he sido tonto, he sido un idiota contando un mínimo de mis problemas. Me dan nauseas, muchas veces por la hipocresía de la gente, sobre todo los padres. ''Puedes contarme lo que sea, eso nunca saldrá de mi boca'', ''siempre se lo digo, pero nunca me hace caso'', '' yo estoy para él''. Muchos suelen ser tan falsos, que utilizan las oraciones antes mencionadas solo para quedar bien, pero, luego las cosas se transforman , completamente, en esto: ''¿Qué vas a sufrir si eres joven?'', ''te obligo a que me lo cuentes todo ahora'',''¿ enserio te quieres matar por eso?, eres idiota'', ''buah, si sufres ahora con eso, pobre de tí cuando crezcas'', ''te digo esto porque te quiero''.

Lo odio, lo odio, joder, claro que lo odio, odio ver como, sobretodo los padres son tan hipócritas. Solo se esperan a que cometas un error, por mayor o menor que sea, y te lo estarán recordando hasta el fin de tus días. Sinceramente, esperaba no ser padre nunca, porque jamás quise ni he querido tener esa mentalidad, además de eso, los niños, para mí, la mayoría de veces se me hacen una molestía.

Caminé hasta una especie de cafetería con una decoración rústica y hogareña, dando una sensación de comodidad y la sensación hogareña que te podría brindar un lugar como aquel. En esa cafetería trabajaba mi primo mayor junto con uno de mis tíos, su padre. Solía pasar por el lugar cada cierto tiempo, ya que lo que se sirve es bueno y gratis, al menos para un Finns. Para transmitirte un poco lo que era entrar a esa cafetería, mejor te la describo. Digamos que esta se sitúa en una zona alejada de la ciudad. La fachada de esta te transmite una ilusión de cabaña, así como si fuera una cabaña real de campo. Tiene o bueno tenía, grandes y gruesos troncos de un color marrón oscuro, habían dos ventanas una en el extremo derecho y otra en el extremo izquierdo de la cafetería.Eran de cristal puro, decorado con madera carcomida. La puerta era rústica, de un color blancco desgastado, esto se debe a varios arañazos y golpes que ganó con los años, obviamente de madera. Arriba de la puerta tenían el logo del café-bar y en la puerta siempre estaba el típico letrero que indicaba el típico ''open'' y el típico ''closed''. Nada más entrar, podías sentir el olor a panecillos recién hechos, a tarta de queso, también recién hecha, ya que ahí es un no parar. El suelo es de una madera de un color oscuro, hay, justo enfrente de la puerta de la entrada una especie de barra rústica, con diversos platos y bebidas, recién hechas y naturales expuestas. Habían taburetes de madera, con un cojín aterciopelado encima de estos. En la barra siempre estaba mi tío, un señor muy simpático. Detrás de la barra siempre había una puerta que te transportaba a una gran cocina. El café estaba lleno de mesas de madera vieja y oscura, y de sillones aterciopelados, dando la sensación de ser como una cabaña. Siempre pensé en llevarte conmigo a la cabaña, el estar juntos tomándonos un par de tazas de la famosa receta de chocolate,obra de mi tía Janette.

WEDNESDAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora