Sigues siendo tu | Fidel Castro | MR

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Fidelpov:

— ¿Que tu y Carolina que? — preguntó mi mamá con asombro.

Le había llamado para que dejara a Andrea venir junto a Pablo, necesitaba de la ayuda de mis hermanos en este momento.

Pero claro, ella era mi madre y sabía cuando algo me estaba pasando. Es por eso que tuve que contarle lo del divorcio.

— Dios Fidel, seguramente ya llevabas tiempo planeando eso — dijo.

— Hey tranquila pequeña — me defendí de Inmediato — Yo no sabía ni que onda, ella de la nada llegó al cuarto y me dijo que firmara el divorcio.

Escuché como mi mamá suspiraba, evidentemente no me creía del todo.

— ¿Y para que quieres a tus hermanos allá realmente? — preguntó, ya que le había dado una excusa algo tonta.

— Necesito que me ayuden a buscar un buen lugar en donde vivir, algo donde pueda traer a mi hijo de vez en cuando y ustedes estén cómodos también.

— Nunca has necesitado ayuda para eso — comentó obvia.

— Lo sé, pero por alguna razón, me siento perdido en este momento. Los necesito.

Y es que no estaba mintiendo, me sentía extraño, era mucho para un par de días.

— En cuanto lleguen a la casa les diré que llamaste y que se vayan, pero también quiero que sepas que si necesitas algo más, aquí estoy hijo. — sonreí.

— Lo se mamita, gracias por siempre estar.

Hablamos un poco más hasta que por fin, terminamos la llamada.

Después de haber firmado aquel papel, había estado viajando de nuevo. Pero antes hablamos con mi hijo para que entendiera un poco, el se puso triste, pero le asegure que esto no cambiaría lo nuestro.

No puedo asegurar que lo haya entendido por que es muy pequeño aún, pero entendió que lo seguiremos amando con nuestra vida entera.

Después de tanto, me quedé unos días en un hotel, pero no podía seguir así. Es ahí donde tome otra decisión de llamar a mis hermanos y lo que me llevo a todo esto.

En cuanto a Romina, no supe más de ella. Andrea le llamó de nuevo y ella se disculpó diciendo que estaba muy cansada, que había dejado el celular en su consultorio y por eso se ausentó.

Me había sonado a pretexto, pero no soy nadie para dudar de lo que dice, así que dejé ese tema por la paz.

O al menos intentaba.

[..........................]

— ¿Cuando la vas a buscar entonces?.

Andrea preguntó mientras comía su helado y yo, estaba haciendo ejercicio.

Ironías de la vida.

— No se.

Mi respuesta fue tajante por que estaba sediento, ella no dijo más y se quedó en silencio.