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La comida en casa de Isabel había estado tranquila, al final Mimi su hermana también se había unido al plan, cosa que agradeció, pues así podría mantener su mente ocupada en la plática y no es ese bonito arreglo de flores que había recibido.

Al llegar a su casa se encontró de frente con su supina soledad y aprovechó para preparar su tina pues realmente tenía mucho que meditar.

Cuando el agua estuvo a la altura correcta se metió disfrutando de la tranquilidad que le brindaba, tomo su teléfono y justo cuando estaba por poner su música entró una llamada del culpable de que su mente estuviera hecha un nudo. Decidió desviar la llamada y mejor apagar el teléfono.

Poco más de media hora fue suficiente para poder terminar y salir de la tina. Busco algo de ropa para estar en casa y bajar por algo para comer.

Más de alguna maldición se le vino a la mente cuando se encontró un refrigerador vacío, además de sentir una inmensa hambre, pues ese día Sarita y Micaela tenían el dia libre, y por estar pensando tanto en Manuel había olvidado pedirle algo de comida a Isabel. Mientras consideraba cual idea para comer le daba menos pereza el timbre de su casa sonó. Rogando que fuera alguien que la salvara de morir de hambre se encontró con el hombre que tanto habia estado evitando.

Manuel: Maytis, por fin te encuentro, está vez no lograste huir. *Comentó*

Mayte: no estaba huyendo *contrarrestó*

Manuel: ¿puedo pasar? *Dijo entrando a la casa*

Mayte: ya lo hiciste *cerro la puerta* ¿puedo saber a qué se debe tu visita?

Manuel: quería verte y aunque hoy en la mañana te escondiste hace rato que hable con Isa me dijo inconscientemente que estarías en tu casa y sola así que decidí venir. *Le platicó*

Mayte: es insólito que utilices lo parlanchina que es mi hermana para sacar información de mi. *Reclamó*

Manuel: hubiera podido sacar información directamente de ti si me hubieras contestado la llamada, pero como no lo hiciste no me quise dar por vencido.

Mayte: lo mejor es que te vayas *le dijo*

Manuel: May por favor, hablemos...

Y mientras entre súplicas Manuel enumeraba sus razones, Mayte solo pensaba en que tan feo podría ser aprovecharse de los pocos pero eficientes dotes culinarios del soldado del amor.

Mayte: está bien, acepto hablar contigo, pero tengo una condición *le aclaró*

Manuel: acepto lo que quieras.

Mayte: que cocines algo para comer *dijo sonriente*

Manuel: acepto.

Media hora después se encontraba Manuel en la cocina de ella cocinado pasta mientras Mayte solo lo observaba con satisfacción por encontrar alguna manera de poder alimentarse, aunque el precio que tuviera que pagar fuera caro pues ya en la mesa le esperaría una larga charla. Y aunque aún quedaba pendiente la cena ese sería un problema para la Mayte del futuro, por ahora su única tarea era saborearse la pasta que estaba por degustar.

Algunos minutos más tarde ya en la mesa mantenían una charla sobre los inexistentes talentos de ella en la cocina pues ella intentaba esquivar a toda costa los comentarios que el hacía.

Manuel: ¿Mayte es verdad que hay un hombre en tu vida?

Mayte: no hay motivo alguno para mentirte *se puso nerviosa*

Manuel: ¿cómo se llama? ¿Dónde lo conociste? ¿Cuánto llevan? ¿Lo amas?

Mayte: alto Manuel, no creo que tenga que darte tantas explicaciones y menos que te guste escuchar su respuesta.

Manuel: ¿lo conozco?

Mayte: si lo dices por lo que me estoy imaginando de una vez te digo que no, eso ya quedo en el pasado.

Manuel: me alegra saberlo *soltó un suspiro* no sabes cuánto lamento llegar en el momento equivocado.

Mayte: creeme que yo también. *Desvió la mirada*

Manuel: no te quiero dejar ir, por favor dame una oportunidad *la miro suplicante*

Mayte: ya me has dejado ir muchas veces, dudo que te sea difícil hacerlo una vez más *dijo dolida*

Manuel: Mayte, tu...

Mayte: yo *lo interrumpió* solo te puedo ofrecer mi amistad, esa misma amistad que has tenido siempre.

El partió, se le veía triste y ella no supo interpretar su silencio, realmente no sabía si se había dado por vencido o es que realmente esperaba no perder en esa batalla con alguien que el no conocía.

La noche cayó y con ella llego la hora de la cena en dónde lo único que encontró para cenar fue una deliciosa y nutritiva manzana que era la cantidad perfecta para el apetito que tenía, o al menos se intentaba convencer de que así era.

Acompañada de su vaso de agua de jamaica subió a su habitación para hablar con la persona que se colaba todas sus noches con lindas  llamadas nocturnas.

...: hola guapa.

Mayte: hola *sonrió tímidamente*

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